El sentimiento de la tierra
Todos los que hemos residido un tiempo en Jerez de la Frontera sabemos que una de las muchas gracias de los jerezanos es el habla. Señoritos y gitanos, estudiantes y trabajadores se expresan con un acento delicioso repleto de vocales neutras y de consonantes sibilantes y africadas. Por eso me sorprende que Inés Arrimadas, habiendo nacido y residido en Jerez la mayor parte de su corta vida, tenga un castellano tan de Castilla, sin el más mínimo eco fonético de la variante que la ha rodeado socialmente. Por supuesto: su castellano es delicioso (como también, por cierto, su catalán: impecable). Si lo traigo a colación no es para reprochárselo (sería muy estúpido) sino porque, dada su falta de discurso como líder electoral, no me queda más remedio que hurgar en los detalles. Por otro lado, el detalle del acento castellano de la candidata andaluza a la presidencia de la Generalitat no es irrelevante, ya que su partido da una importancia capital a la cuestión lingüística. Buscando entrevistas en las que Arrimadas explicara, si no su visión de Catalunya, al menos su visión del mundo, he topado con esta afirmación suya en El Norte de Castilla: “Siempre que puedo digo que soy salmantina porque así me siento”. Ahora entiendo lo del acento: es hija de salmantinos y lo lleva al corazón. Es chocante constatar que la abanderada del partido más supuestamente antinacionalista tenga un sentimiento castellano tan profundo. No porque tengamos nada en contra, sino porque es la demostración de que “el sentimiento de la tierra” está muy repartido. La líder de C’s se llena la boca de asepsia nacionalista, pero tiene un corazón más étnico de lo que cree.