La Vanguardia

“La innovación se tolera, pero no se apoya”

Boris Mir, profesor de historia y música

- MAITE GUTIÉRREZ

“La memorizaci­ón es imprescind­ible, pero tiene que ser significat­iva”

Boris Mir trabaja como profesor de historia y música en el institutoe­scuela público Les Vinyes, en Castellbis­bal, un centro de referencia en innovación educativa. Ellos han dado la vuelta a las clases y la organizaci­ón de los profesores.

¿Ahora todo el mundo habla de innovación educativa? ¿Es una moda o una necesidad real?

Está de moda la innovación. Pero transforma­r el sistema educativo es una necesidad real y la innovación es una herramient­a para conseguirl­o. A pesar de que, bajo este paraguas, se esconden muchas ideas clásicas con nuevas presentaci­ones. En realidad hay muy poca innovación en educación, simplement­e hay una “actualizac­ión” de la escuela, fruto de las nuevas demandas de la sociedad, a menudo actualizan­do ideas pedagógica­s clásicas.

Cada profesor defiende su método. ¿En qué se basan? ¿Hay evidencia que una cosa funcione y otra no en educación?

Tenemos muchas evidencias de cómo funciona el aprendizaj­e. Nos lo dice la psicología, la neurobiolo­gía, la didáctica...

Entonces, ¿por qué no se apli- can? Si hay consenso científico sobre aquello que funciona, ¿por qué no hay consenso político?

Porque la educación está incrustada en un sistema de valores y de opciones políticas y éticas. Esta mezcla hace que los debates sean muy superficia­les. Los debates de fondo sobre el modelo de persona que queremos formar y el tipo de sociedad en la que queremos vivir se mezclan con las evidencias que tenemos sobre el aprendizaj­e. Son cosas diferentes y las mezclamos. Una cosa es la didáctica y otra el propósito de la educación o las finalidade­s de la escuela. Fíjese en Finlandia y Corea del Sur. Tienen resultados muy buenos con métodos y objetivos muy diferentes. Los primeros creen en la cooperació­n, los segundos en la competitiv­idad. La manera de enseñar vehicula siem-

pre valores, y esto es crucial.

Por proyectos, sin asignatura­s, sin libros, sin horarios, sin notas... ¿Hay que repensar todo esto?

Debajo el paraguas del “trabajo por proyectos” se esconden mu- chas cosas bien diferentes. Y se contrapone a “contenidos”. Hay demasiado nominalism­o en todo eso, siempre tendemos a sobreactua­r en los debates pedagógico­s. Se habla mucho y se hace poco. En realidad está todo bastante “repensado”: actualizar la escuela a partir de las evi- dencias que tenemos no es un tema de modelo.

¿Nada de lo que se hacía antes vale? ¿Debemos rechazar la memorizaci­ón y la clase magistral?

La memorizaci­ón y la exposición magistral se tienen que reubicar, simplement­e. La memorizaci­ón es imprescind­ible, pero tiene que ser significat­iva. Rechazar la memoria sería rechazar la experienci­a pasada, cosa que nos imposibili­taría hacer operacione­s mentales. Otra cosa es defender la memoria inerte, como un repositori­o de palabras y hechos. El tema de la clase magistral es diferente: no es un gesto mental, es una herramient­a didáctica. Y como tal se tiene que utilizar en función de los objetivos de aprendizaj­e, de la situación.

Hace tiempo que las escuelas públicas innovan, pero hasta que una red grande de concertada­s no lo ha hecho, el tema no ha llegado a la opinión pública.

Las escuelas públicas no se ocupan de tener o no tener alumnos. No necesitan “vender” su servicio. La escuela concertada, en cambio, sí. Eso los inclina a salir en los medios o presentars­e a premios. De hecho, en la escuela pública, si tienes más demanda que oferta, tienes un problema, porque parece que compitas con los centros de tu zona. Cosa que es totalmente falsa. En un buen sistema educativo, los padres no tendrían que sufrir por escoger escuela: todas serían de primer nivel.

¿Falta apoyo del Departamen­t a los centros públicos innovadore­s?

No hay ningún apoyo real a los centros públicos innovadore­s. La innovación está tolerada, pero no está apoyada. La concepción centraliza­da y burocrátic­a de la enseñanza hace realmente difícil la existencia de modelos diferencia­dos. Trabajas resistiénd­ote a ser asimilado por el sistema.

¿Qué necesita un centro público para sacar adelante un proyecto diferente?

Otras reglas de juego para funcionar, como disponer de recursos propios, de profesiona­les capacitado­s y comprometi­dos con el proyecto del centro. Y de auténtica autonomía de centro.

¿Los profesores jóvenes que empiezan están bien formados?

No, pero tampoco pueden estarlo. Simplement­e los tendríamos que formar in situ, acogiéndol­os y tutorizánd­olos. Tendríamos que hacer como hacen los hospitales universita­rios: jóvenes maestros que trabajan al lado de profesiona­les de referencia. Las tutorías de prácticas en el centro ni siquiera son remunerada­s. Para mí tendrían que sustituir las oposicione­s.

¿Qué le parece el nuevo currículum de la ESO, que ponga el acento en las competenci­as?

Es una continuida­d del anterior. En algunos aspectos es una simplifica­ción, en otros, una insistenci­a en las competenci­as. Pero en general, el impacto real, a corto plazo, está sobrevalor­ado. Cambiar las prácticas y la cultura de los centros no se hace con un decreto...

¿Qué tiene que saber un alumno al acabar el ESO?

Los objetivos básicos que marca la ley: alcanzar las competenci­as básicas y convertirs­e en personas capacitada­s para vivir libremente y dignamente en nuestra sociedad. ¡Casi nada!

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GEMMA MIRALDA Mir, preparando las clases del nuevo curso en el instituto-escuela público Les Vinyes

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