Dios contra el Tribunal Supremo
La controvertida trayectoria vital de Kim Davis, la funcionaria de Kentucky que se niega a casar parejas gays
Una multitud esgrimiendo cruces arropó a Kim Davis cuando salió de la cárcel el miércoles a donde la había enviado cinco días antes un juez de Kentucky por negarse a casar a una pareja de hombres homosexuales. Davis, una funcionaria electa de 49 años, secretaria del condado de Rowan, se ha convertido en símbolo de una cruzada anti gay en Estados Unidos, que reacciona contra la sentencia del Tribunal Supremo que en julio reconocía el matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho universal.
Lo más significativo y trascendente de este movimiento ultrarreligioso es que niega la potestad del Tribunal Supremo, una institución fundamental del sistema político estadounidense, apelando a una ley superior... de Dios. Davis se negó a casar a James Yates y William Smith alegando que si lo hacía se vería “condenada al infierno”. En la manifestación a la puerta de la cárcel esperando su liberación, sus partidarios gritaban “por encima del Tribunal Supremo, está el Ser Supremo”. Podría pensarse que se trataba de un minúsculo grupo friki, pero nada menos que dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Mike Huckabee y Ted Cruz, esperaron para abrazar a Davis en el momento de su liberación, y buena parte del resto candidatos republi- canos expresó su apoyo al desacato de la funcionaria, lo que pone de manifiesto los enormes contrastes de una sociedad estadounidense, donde los más progresistas del planeta conviven con los más convencidos conservadores.
La propia Kim Davis es un ejemplo de ello, porque ella misma reconoce que no ha sido ninguna santa. Se ha casado cuatro veces, dos veces con el mismo hombre y quedó embarazada de gemelos en una relación adúltera. “No soy perfecta, nadie lo es, pero Dios me ha perdona- do y debo ser obediente a él y a su palabra”, explicó para justificar su desacato. Recibió el apoyo de la derecha republicana cuando ella es una funcionaria electa del Partido Demócrata que, tras su trayectoria vital controvertida, cayó un buen día del caballo y decidió que América debía seguir su camino. Hace a penas cuatro años se convirtió en una cristiana apostólica, una secta con un estricto código moral. Entre otras prohibiciones, las mujeres no pueden maquillarse ni cortarse el pelo, por eso su cabellera alcanza todo el largo de su espalda. “Tras jugar largo tiempo con el diablo, su vida ha cambiado radicalmente”, explicó su abogado, Mat Staver.
Pero lo cierto es que la moral de Davis es más rígida en unos asuntos que en otros. Es funcionaria electa en el condado de Rowan, en el noreste de Kentucky, justo en la ladera de los Montes Apalaches. tras haber conseguido 3.909 votos, algo más de la mitad de los emitidos en una circunscripción de 23.655 habitantes. Las primarias en el Partido Demócrata las ganó por 23 votos, pero ju- gó con ventaja. Llevaba trabajando en la oficina 27 años a las órdenes de su antecesora, que era, precisamente, su madre. La secretaría del condado tiene cinco funcionarios no electos. Uno de ellos no quiso garantizar al juez que, en ausencia de la titular, firmaría las licencias de matrimonio a parejas homosexua-
Se afilió a una secta cristiana apostólica pero antes, según su abogado, “jugó largo tiempo con el diablo”
les. Se llama Nathan Davis, tiene 21 años y es hijo de Kim. La funcionaria temerosa de Dios se autoadjudicó un salario de 80.000 dólares, más del doble del sueldo medio de los trabajadores del condado.
Se espera que mañana lunes Kim Davis se reincorpore a su puesto de trabajo y ya ha anunciado que seguirá negándose a firmar licencias matrimoniales a parejas homosexuales y que llevará a los tribunales su derecho a ejercer de funcionaria sin violentar su fe. Lo que ya no podrá es obligar a sus ayudantes a comulgar con sus ruedas de molino y uno de ellos, Brian Mason, ya ha anunciado que está dispuesto a respetar la ley y la libertad de los contrayentes.