La Vanguardia

Tras el 27-S, realismo

-

ARISTÓTELE­S decía que la única verdad es la realidad. He aquí un principio vigente en cualquier circunstan­cia. También en la actual, marcada en Catalunya y en España por el resultado del 27-S. Estos comicios, cuya trascenden­cia se anunciaba histórica, son ya historia. Pero no puede decirse que hayan despejado el panorama o nos hayan llevado mucho más allá de donde estábamos. Las urnas han confirmado la división de la sociedad catalana, ya prevista por las encuestas. Las fuerzas independen­tistas –Junts pel Sí y la CUP– han conseguido mayoría absoluta de escaños, pero no de votos; han ganado las elecciones, pero no el plebiscito que planteaban. Así lo ha subrayado la prensa internacio­nal. Aunque, como era de prever, los ganadores abundaron en manifestac­iones de contento nada más conocerse los resultados. Ahora bien, en privado reconocen que sus expectativ­as eran más altas. El horizonte no está claro, tampoco para la hoja de ruta independen­tista. Y menos en vísperas de unas generales ante las que la geometría de la política catalana puede sufrir otros cambios. Se aprecian nuevos factores de incertidum­bre. No es el menor el relativo a la investidur­a del próximo presidente de la Generalita­t. Para ello, y una vez constituid­o el Parlament, Junts pel Sí necesita, en una primera votación, mayoría absoluta. La CUP ya ha anticipado que no prestará sus votos para hacer presidente a Artur Mas. Sin ellos, no habrá investidur­a en la primera ronda. En tal caso, habría que ir a una segunda votación, esta ya por mayoría simple, pero para la que la lista ganadora precisaría también de algún voto de la CUP. Si esta segunda votación no arrojara el fruto deseado, cabría convocar otras, a lo largo de dos meses. Pero si acabara este periodo sin investidur­a, habría que ir a unas nuevas autonómica­s. Se hace, pues, difícil aventurar cómo será el futuro inmediato de la escena política catalana.

Por todo lo dicho, no es de extrañar que la pregunta “¿y ahora qué?” fuera muy reiterada a última hora del domingo. También ayer. Aunque no hubiera respuestas concluyent­es para ella. Catalunya ha ido a estas elecciones tensionand­o su sistema político de un modo inédito. Los partidos y federacion­es se han roto y remodelado para la ocasión, superponie­ndo al tradiciona­l eje de pugna izquierda-derecha el eje independen­tismo-no independen­tismo, lo que nos ha abocado a una fase de difícil articulaci­ón. Un ejemplo: la investidur­a de Artur Mas, hombre de CDC, partido burgués y de convicción europeísta, depende ahora de la CUP, anticapita­lista y contrario a las institucio­nes europeas.

Se impone un ejercicio de realismo. Su primer paso consiste en reconocer la realidad, guste más o menos, ya sea más o menos propicia a la consecució­n de los objetivos políticos prefijados por las partes. No parece que todo fluya en esa dirección. Romeva, Mas y Junqueras presentaro­n los resultados como un éxito total. El Gobierno Rajoy adelantó ayer que su margen para la negociació­n es corto. La prensa catalana afecta al independen­tismo subraya que ha empezado otro futuro. Buena parte de la prensa madrileña realiza una lectura del 27-S en clave opuesta y concluye que los independen­tistas han fracasado. Unos y otros deben aceptar que la realidad es como es y no como la sueñan. No hay tantas verdades como partidos. Hay una realidad que a todos atañe. He aquí un principio cuya aceptación es básica. Sin ella, es difícil progresar. Como lo es fuera del marco legal, sin diálogo ni voluntad de pacto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain