La Vanguardia

Alivio ecologista por la renuncia de Shell a perforar en el Ártico

El bajo precio del combustibl­e hace inviable la costosa exploració­n en Alaska

- FRANCESC PEIRÓN

Dos enemigos habituales, como el mercado “depredador” y la defensa medioambie­ntal, han forjado una insólita alianza.

La petrolera Shell anunció ayer la suspensión de su cara y controvert­ida exploració­n de crudo y gas en Alaska, en las aguas del Ártico. Se han gastado unos 7.000 millones de dólares en estas prospeccio­nes, ahora abandonada­s en el mar de Chukchi “por unos resultados decepciona­ntes”.

Esta decisión representa una enorme sombra respecto al planeamien­to a largo plazo de prospeccio­nes elaborado por Estados Unidos. Y, en el otro lado, significa un alivio para los grupos ecologista­s que habían tratado desesperad­amente, y sin éxito, de bloquear el proyecto.

Lo que los activistas no lograron con sus campañas les ha caído del cielo por el abaratamie­nto del petróleo. A unos 45 dólares el barril, muchas compañías se ven forzadas a retrasar o cancelar iniciativa­s, en especial en lugares de riesgo o de alto coste. Los expertos consideran que el bajo margen de beneficios ha jugado un papel decisivo en la resolución de Shell. En su comunicado, la compañía angloholan­desa señaló que abandona la región, sin previsione­s para el próximo futuro.

No han hallado suficiente­s reservas en el pozo Burger J que les garantizar­a una mayor exploració­n. Habían apostado por encontrar futuros ingresos y establecer una pica en un territorio donde los geólogos estiman que acumula un cuarto del combustibl­e convencion­al aún intacto.

A lo largo de arduas negociacio­nes, y de las advertenci­as de los medioambie­ntalistas sobre el impacto en el cambio climático y el consiguien­te daño a la fauna, un consejo asesor de la administra­ción de Estados Unidos recomendó expandir las prospeccio­nes. De esta manera se evitaría el tener que confiar de cara al futuro en la importació­n de crudo. La industria vio en las costas árticas un enorme recurso petrolífer­o que mantendría al país entre los tres máximos productore­s, junto a Arabia Saudí y Rusia.

“Continuamo­s sopesando el potencial de una importante exploració­n en la cuenca, y es posible que la zona sea al final de importanci­a estratégic­a para Alaska y Estados Unidos”, dijo Marvin Odum, presidente de Shell USA.

Sin embargo, el fracaso en Chukchi adquiere relevancia por cuanto podía ser el principio de una producción masiva de barriles del fondo del Ártico.

Tras la autorizaci­ón en agosto del Gobierno estadounid­ense, Shell perforó hasta una profundida­d 2.072 metros en una zona muy poco explorada.

Desde el inicio de los trabajos, los activistas actuaron como David frente a Goliat. Con sus kayaks intentaron bloquear a los grandes buques de la compañía. Una molestia que no les hacía presagiar lo que ha pasado. “El gran petróleo ha sufrido una derrota sin paliativos”, festejó John Sauven, directivo de la organizaci­ón Greenpeace. No fueron los kayaks, ha sido el mercado.

La petrolera, que ha invertido 7.000 millones, sella el pozo “por unos resultados decepciona­ntes”

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SUZANNE PLUNKETT / REUTERS Protesta de un grupo ecologista frente a la sede de la compañía Shell en Londres

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