Santi Moix
PINTOR
Los vecinos de Saurí, el pueblo al que regresa cada verano Santi Moix (55), en el Pallars Sobirà, y donde se reencuentra con sus amigos de siempre, han logrado que el pintor acceda a pintar todos los muros interiores de su vieja iglesia parroquial.
El pintor Santi Moix (Barcelona, 1960) vive y trabaja habitualmente en Nueva York, pero cuando llega el verano cumple con una costumbre que practica desde su niñez, volver a Saurí, un pueblo de la Vall d’Àssua, en el Pallars Sobirà, donde se reencuentra con sus amigos de siempre.
Este verano ha sido especial para Moix y los vecinos de Saurí. Después de varios años insistiendo, el pintor accedió a las peticiones de sus amigos y ha pintado todos los muros interiores de la vieja iglesia parroquial de construcción barroca pero de cimientos románicos. La obra no ha sido terminada todavía, pero ya puede apreciarse la pintura colorista, informal, psicodélica, en expresión del propio Moix, que se propone “plantar un jardín entre estas paredes”. La idea de Moix es la de recrear en el interior la fauna, la flora y el paisaje de este rincón del Pallars, junto a referencias al evangelio. En una de las paredes, una frase de J.V. Foix resume las intenciones del artista: “Els bells camins es multipliquen allà on creieu que acaba la carretera”. “Siempre que vuelvo a Saurí me invade esta sensación de que aquí no se acaba nada, sino que todo empieza. Con las pinturas quiero que la gente que venga a la iglesia pueda vivir una experiencia interior, que sea un espacio para la meditación, que transmita espiritualidad”. En un rincón, Moix ha pintado un búho, un animal muy pallarés, además de jabalíes y ciervos. “Creo que conectamos con el nuevo espíritu del Papa Francisco que ha alertado de los peligros que corre la humanidad si se sigue agrediendo a la naturaleza”.
La obra se va realizando con el apoyo entusiasta del obispado de Urgell al que ayer se sumó el conseller de Cultura en funciones, Ferran Mascarell que visitó al pintor entre botes de pintura, escaleras y bocetos. El vicario general, Josep Maria Maurí elogia la sensibilidad demostrada por Moix. “Ha sabido integrar sus pinturas en una iglesia sencilla pero muy bella. Nos gusta que utilice colores evangélicos, el verde de la esperanza o el rojo de la caridad, además de la luz, la gran celebración de la resurrección”. El pintor escucha y atiende las sugerencias del sacerdote y no olvida el carácter espiritual del espacio. “La bóveda del altar representará la resurrección pero hay muchos elementos como el pan, el vino, o los símbolos de los evangelistas. Será un marco más que adecuado para celebrar bodas o bautizos, y también para algún concierto, porqué tiene una gran acústica”. “Yo soy un hombre de mi tiempo y tengo mis preocupaciones pero con estas pinturas sólo quiero transmitir mi felicidad”.
Santi Moix tiene otra gran motivación para pintar la iglesia de su
“Tal vez de aquí a mil años vengan de un museo y las arranquen para exponerlas en la gran ciudad”, dice Moix
pueblo de cada verano. “Yo sólo soy el primero, pero me gustaría que la idea pueda aplicarse a otras iglesias, ermitas y templos que hace mil años mostraban frescos de gran riqueza y valor artístico. Se trata de recuperar estos espacios con intervenciones de artistas de hoy en día, ponerlos en valor para que la gente vuelva a visitarlos, devolverle a sus paredes el color que hoy luce en el museo. Tal vez de aquí mil años vengan de un museo y las arranquen para exponerlas en la gran ciudad”.
El vicario general del obispado de Urgell cree que “es una idea extraordinaria que nos puede servir para reabrir y mantener numerosas iglesias diseminadas por el Pirineo que no pueden visitarse por su estado”. La actividad en la iglesia es frenética. Mientras Moix pinta trozos de pared con su estilo personalísimo, los albañiles preparan el rebozado que acogerá el fresco. Moix pinta deprisa y piensa que en dos semanas habrá concluido la obra. En Saurí ya empiezan a pensar en la fiesta de reapertura de su vieja iglesia, hoy más moderna que nunca.