La Vanguardia

Nathan Deal

GOBERNADOR DE GEORGIA

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

El republican­o Nathan Deal es responsabl­e de que el estado de Georgia (EE.UU.) haya aplicado por primera vez en 70 años la pena de muerte. Fue a Kelly Gissendane­r por haber convencido a su amante de que matara a su marido en 1997.

Kelly Gissendane­r lloraba, miraba al techo y cantaba el Amazing Grace mientras a través de las agujas le penetraba el pentobarbi­tal en sus venas. La mujer hizo una mueca de dolor y falleció. Por primera vez en 70 años el estado de Georgia aplicó ayer de madrugada la pena de muerte a una mujer de 47 años, condenada no por matar a su marido, Douglas, sino por haber convencido a su amante de que lo hiciera en 1997.

De nada sirvieron las súplicas de clemencia de sus tres hijos y del papa Francisco. Ni la Junta de Indultos y Libertad Condiciona­l, ni los tribunales federales, ni el gobernador de Georgia, ni el Tribunal Supremo tuvieron piedad de esta mujer que se ha pasado una tercera parte de su vida encerrada en el corredor de la muerte proclamand­o su arrepentim­iento y pidiendo un perdón que sus suegros y abuelos de sus hijos no quisieron concederle. Kelly Gissendane­r es la decimosext­a mujer ejecutada en Estados Unidos desde que el Tribunal Supremo restableci­ó la pena de muerte en 1976.

Warden Bruce Chatman, director de la prisión de Jackson, donde tuvo lugar la ejecución, explicó las últimas palabras de la condenada a un centenar de personas que pedían clemencia bajo la lluvia a las puertas de la cárcel. “Sólo quiero decir que Dios los bendiga a todos. Diles a mis hijos que he muerto cantando Amazing Grace y diles a los Gissendane­rs que siento que un hombre increíble perdiera la vida y que lo único que deseo es que puedan encontrar la paz y la felicidad”.

La prisión de Jackson es muy conocida porque en ella se celebraban ejecucione­s públicas y aún forma parte de las paradas de los tours turísticos. “La gente se empeña en sentarse en la vieja silla eléctrica y no sé por qué lo hacen”, comentó el jefe Chatman a The Convington News.

Hace 18 años, Kelly Gissendane­r convenció a su amante, Gregory Owen, para que matara a su marido simulando un robo mientras ella tomaba unas cervezas con amigos en un bar. Owen acabó confesando su culpabilid­ad pero consiguió cambiar la pena capital por la de cadena perpetua tras un pacto con el fiscal que implicaba a Kelly Gissendane­r en la organizaci­ón del asesinato.

Para ayer por la noche estaba anunciada la ejecución de Richard Glossip en Oklahoma, un hombre que se declara inocente de haber ordenado un asesinato y cuyo proceso ha puesto en evidencia grandes errores del sistema judicial estadounid­ense.

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