La Vanguardia

La imputación

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Qué es un imputado? El sospechoso de alguna acción delictiva. ¿Qué es llamar a declarar a alguien como imputado? Darle la oportunida­d de confesar su verdad con auxilio de su abogado. ¿La imputación supone una condena? En absoluto: centenares de personas son llamadas como imputadas, el juez les escucha y decide no continuar sus acciones. Esa es la normalidad en un Estado de derecho.

El 27 de septiembre de 2014, el president Artur Mas firmó el decreto de convocator­ia de una consulta para decidir el futuro de Catalunya y el Tribunal Constituci­onal la suspendió de forma cautelar. Pese a todo, se mantuvo la convocator­ia de un “proceso participat­ivo”. El Tribunal Constituci­onal lo suspende y la Generalita­t anuncia una demanda ante el Supremo por “atentar contra la libertad de expresión”. El 9-N votan 2,3 millones de catalanes. La opinión publicada decide llamarle “simulacro de referéndum”. El 24 de febrero de 2015 el Constituci­onal lo declara ilegal. Y empiezan las querellas. La más notable, la impulsada por el fiscal general contra el criterio de los fiscales de Catalunya.

Estaba claro desde la polémica entre fiscales que los supuestos delitos de Artur Mas eran discutible­s. Pero ocurre que las querellas se presentaro­n, el TSJC las aceptó y unificó y, una vez ocurrido eso, había que seguir. No hacerlo sería preva-

Al nacionalis­mo se le ofrece la oportunida­d de tener un mártir y al Gobierno central la de mantenerse firme

ricar. ¿Se debió convocar a Mas hace tiempo? Sin duda. Se hace con siete meses de retraso, pero hablar de retrasos en la justicia es una redundanci­a. ¿Se debió esperar a la constituci­ón del Parlament y a la investidur­a del president? Es discutible: si Mas no fuese reelegido, se diría que se actúa contra él porque ya no manda. Si fuese elegido, se diría que el Estado utiliza la justicia para liquidarlo. “Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio”, dice la copla que le gustaba citar a Santiago Carrillo.

Hago estas anotacione­s para intentar la tesis de lo difícil que es todo en Catalunya, sobre todo si se agrava con un ministro que explica el momento de la citación, con declaració­n señalada para el aniversari­o del fusilamien­to de Companys, y con la tentación nacionalis­ta de convertirl­o todo en persecució­n a sus líderes por tierra, mar y salas de juzgado. ¿He escrito “difícil”? Debería decir “imposible”, porque el Gobierno sólo ofrece la ley como solución de los conflictos, el nacionalis­mo secesionis­ta entiende la ley como una agresión y su parte más radical, la CUP, propone la desobedien­cia como respuesta.

Al Tribunal Superior le ha faltado finezza en su manejo del calendario, es mi único reproche. Al nacionalis­mo se le ofrece la oportunida­d de tener un mártir, y haría mal en no aprovechar­la. Al Gobierno se le ofrece la oportunida­d de mantenerse firme, y también la aprovechar­á. Y yo me limito a dos cosas: a lamentar cómo todo contribuye a endiablar la situación y a subrayar que no hacía falta reformar el TC para hacer cumplir sus sentencias. Que se lo pregunten al señor Mas.

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