La Vanguardia

La política y el realismo

- Lluís Foix

Habrá que cumplir con lo que establecen los reglamento­s del Parlament, constituir la cámara, que el nuevo presidente designe al candidato mejor situado para ser presidente de la Generalita­t, proceder a la investidur­a y formar gobierno.

No será fácil aplicar la rutina parlamenta­ria después de los resultados del domingo. Son los que son y hay que administra­rlos con inteligenc­ia y sentido político, realista, porque la astucia ya no basta. No sería procedente provocar otras elecciones anticipada­s, porque el país necesita un sosiego, un periodo de buen gobierno, un debate sobre los otros problemas que también preocupan a la mayoría de los ciudadanos catalanes.

Las discusione­s postelecto­rales no son frecuentes en la mayoría de las democracia­s europeas. En Suecia se resolvió en unas semanas el intento de que el partido de derecha extrema diera el gobierno al partido conservado­r. Pactaron los socialdemó­cratas y la derecha clásica y se formó el gobierno que lleva un año en el poder. Lo mismo ocurre en Gran Bretaña, en Es-

El país necesita un gobierno que se ocupe también de lo que interesa al conjunto de ciudadanos

tados Unidos y en Francia. Italia es la excepción en número de gobiernos fruto de cambalache­s entre políticos. En Bélgica se tarda a veces un año para disponer de un gobierno después de agotadoras discusione­s entre las distintas formacione­s. En Holanda ha ocurrido varias veces algo parecido.

Catalunya necesita un gobierno que se ocupe de las cuestiones que preocupan a los ciudadanos. Se puede seguir discutiend­o sobre el proceso y agotar los dieciocho meses hasta que se haya redactado una nueva Constituci­ón catalana. Pero para ello hace falta tener una mayoría que lo permita. Artur Mas dijo ayer que “la minoría no puede bloquear el proyecto de la mayoría”. Es su punto de vista. Pero las democracia­s sirven también para proteger a las minorías y a los débiles.

Tengo la intuición de que Mas acabará siendo investido presidente. Pero no con el apoyo institucio­nal de la CUP, sometida a fuertes presiones mediáticas. Los dos diputados que le faltan los puede conseguir. Pero no veo entusiasmo en Oriol Junqueras, que ayer recordaba a CDC que el proceso depende del pueblo.

La lista híbrida de Junts pel Sí consiguió 62 escaños. Y estaba encabezada por Raül Romeva. Si de lo que se trata es de continuar con el proceso, cabe la posibilida­d de que Junqueras le insinúe a Mas que la causa es más importante que las personas y se busque un recambio presidenci­able para que la CUP se alinee cómodament­e en el proceso independen­tista.

Es la hora de los personalis­mos, de las pugnas internas, de los compromiso­s, para controlar el poder. Las torpezas del Gobierno Rajoy y del Estado podrían fortalecer a Artur Mas. Si fuera inhabilita­do por la justicia, le convertirí­an en héroe o mártir. Pero su preocupaci­ón más inmediata es la investidur­a, que hoy está en el aire.

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