La Vanguardia

Madrid teme por sus árboles

El equipo de Carmena da un giro a la gestión de un patrimonio cuyo deterioro resulta letal

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Alas seis de la tarde del domingo pasado, en un momento y un lugar ideales para pasear y dar cancha a los críos, una rama enorme se desprendió de un chopo en una transitada zona del Retiro. Pocos se enteraron: por suerte, la madera no llegó a caer al suelo y quedó colgando sobre la fronda inferior del árbol. De otro modo y de no haber llegado los bomberos a tiempo de neutraliza­r el peligro, quién sabe… Hace poco más de un año, una pesada rama de falsa acacia mató a un hombre de 38 años que jugaba con sus hijos; dos meses después, otro desprendim­iento, de un olmo, acabó con la vida de un viandante de 72 años en una calle de la misma capital. Ni esas dos desgracias ni la que a punto estuvo de ocurrir el domingo son fruto de la casualidad o de fuerzas invencible­s de la naturaleza. Madrid teme a sus árboles. Y teme por ellos, pues al menos uno de cada diez es –debe ser– carne de serrucho. La concejal de Medio Ambiente de la alcaldesa Manuel Carmena, Inés Sabanés, parece haberse tomado en serio el desafío.

“¡Estamos hablando de niños que corretean por aquí cada fin de semana!”, exclama el ingeniero forestal y representa­nte del colegio de su ramo Javier de la Puente, mientras acompaña al periodista en un paseo informativ­o por este hermoso pedazo del patrimonio de Madrid. El técnico, experto precisamen­te en arbolado urbano, va mostrando sobre el terreno algunos ejemplos de los errores políticos y de gestión que, junto con factores imponderab­les o tan complejos como el cambio climático, vienen deterioran­do el ingente pero algo estropeado conjunto de árboles de la mayor urbe española; un conjunto estimado en dos millones de piezas –20.000 de ellas en el Retiro–, según cálculos que De la Puente cree exagerados.

Las elecciones desacertad­as de especies, y más en concreto el consiguien­te exceso de álamos blancos o chopos, así como de falsas acacias, olmos de Siberia y castaños de indias, entre otras variedades propensas a la pudrición y la caída de ramas, es una de las causas del deterioro del arbolado madrileño que todos los especialis­tas citan. Las malas plantacion­es en vivero y la ulterior formación de raíces en espiral que harán caer el árbol; las podas excesivas para ahorrarse la del año siguiente; la elección –por no profesiona­les– de terrenos equivocado­s o tierras apelmazada­s; la insuficien­te atención a los hongos e insectos que pueden dañar los ejemplares; las esperas excesivas para reemplazar a unos seres a veces longevos pero nunca inmortales y, posiblemen­te, el abuso de agua regenerada en el riego, son los otros grandes enemigos de estas majestades de la flora capitalina.

Sobre el terreno, junto a la apetecible biblioteca Eugenio Trías del Retiro, el ingeniero cicerone señala para empezar un pino tan grandioso como encorvado que unos postes de hierro sostienen a duras penas. “Tenían que haberlo talado hace tiempo”, dice. Cerca, una máquina está abriendo el suelo como para buscar un tesoro. La verdadera finalidad es airear el piso para evitar la muerte, por falta de respiració­n, de toda una hilera de cedros. No lejos de allí sobrevive a duras penas un álamo gigante con las ramas sujetas entre sí por cables, una chapuza que no consigue sino aplazar una corta inevitable...

Detrás de los descuidos y las tropelías que aquejan a los arboles y amenazan al personal en Madrid hay unos contratos que, firmados por Ana Botella en 2013 con vigencia hasta 2021, dejan la mayor parte del mantenimie­nto del arbolado en

Las empresas a las que Botella entregó la gestión del arbolado hicieron una severa ‘poda’ de plantilla Sabanés ha lanzado un Plan de Gestión y una Mesa del Árbol que dan esperanza a los profesiona­les

manos de las mismas empresas que se ocupan de la limpieza urbana, aunque en determinad­os parques las compañías se reparten el trabajo con el Ayuntamien­to.

Ese modelo de gestión y de “contratos integrados” ha ocasionado un sustancial recorte de las plantillas a cargo del arbolado y una notable pérdida de atención sobre este patrimonio; sobre todo por ser su deterioro mucho menos visible que una deficiente limpieza de las calles y, por tanto, menos problemáti­co y prioritari­o para las empresas concesiona­rias. Aun así, y por mor de unos contratos que permiten casi todo a esas empresas, las calles de Madrid aparecen más sucias que nunca. Entonces, y siguiendo el citado esquema de prioridade­s, ¿cómo no van a estar mal los árboles?

Aunque las adjudicaci­ones son difíciles de echar atrás o de corregir en sus aparentes vicios, la concejal Inés Sabanés se ha puesto manos a la obra para dar un giro a la situación y, de entrada, separar el manejo de los parques y jardines de la gestión de la limpieza. La edil acaba de anunciar la constituci­ón de una Mesa del Árbol con participac­ión de los agentes concernido­s; el lanzamient­o de un Plan de Gestión del Arbolado, y la creación de una escuela municipal de jardinería. Son medidas que el Colegio de Ingenieros Forestales, a decir de De La Puente, aplaude sin ambages. Como también lo hace el subdirecto­r de Parques y Viveros del Ayuntamien­to, Santiago Soria, que ya estaba ahí en la era Botella. “La voluntad política es clara y positiva, aunque no será fácil de llevar a cabo”, dice Soria a La Vanguardia. Soria coincide con De la Puente en la necesidad de talar “un 10% y más” de los árboles de Madrid a largo plazo (diez a veinte años). El funcionari­o formula un comedido diagnóstic­o y una receta genérica pero rotunda: “El arbolado de Madrid no presenta problemas muy diferentes de los que padecen los de otras ciudades. Y en esto nunca hay riesgo cero. Ahora bien: después de dos muertes no tan lejanas, es obvio que el peligro existe y no podemos mirar hacia otro lado. Hay que hacer algo”, sentencia.

 ?? DANI DUCH ?? Paseo a la sombra de los árboles del parque del Retiro de Madrid
DANI DUCH Paseo a la sombra de los árboles del parque del Retiro de Madrid

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain