La Vanguardia

Agustí Duran i Sanpere

- Julià Guillamon

Los hay que presumen de tener un número bajo de carnet del Barça: quiere decir que son socios desde hace una eternidad. Es lo que me pasa a mí (que tengo un carnet del Barça del montón) con el carnet del Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona. Puedo presumir de un 10.973, que no está nada mal. Cuando tenía catorce o quince años, para un trabajo del colegio, con mis amigos Carles Guiral y Ricard Cerdan, nos apuntamos. Debía de ser en 1975 o 1976. La sala de consulta era un salón lleno de molduras y torneados, y me causó una gran impresión ver que la gente leía diarios de la República y la guerra con grandes titulares sobre Macià, Companys y el frente de Aragón. Era un tema tabú: en casa nadie decía ni pío y en el colegio todavía menos. Ver que aquel mundo había existido me removió algo por dentro y a veces, desde la nueva sala de consulta, mirando el tubito que sube por la palmera centenaria para combatir la plaga del picudo rojo ( Rhynchopho­rus ferrugineu­s), pienso que gracias a este carnet 10.973 (y al director del colegio Jaume Santacana que nos animó a conseguirl­o) soy como soy y me dedico a lo que me dedico.

Ahora mismo: a escribir un libro sobre los años treinta. El otro día tuve una iluminació­n retrospect­iva. ¿Cómo es posible que durante el franquismo, con el control que había, los diarios de la República y de la guerra fueran de libre consulta? ¿Lo eren realmente? Se lo pedí a Eugènia Lalanza, del Arxiu Municipal Contempora­ni y me proporcion­ó un expediente de la primera posguerra que confirmó mis sospechas. Resulta que los diarios de la Hemeroteca Municipal se utilizaban para argumentar las causas contra personas implicadas en la República, que estaban en la cárcel o en el exilio. Los juristas de la Causa General sobre la Dominación Roja en España los consultaba­n continuame­nte. Hasta el punto que pidieron varias veces llevarse los volúmenes encuaderna­dos. El director, Agustí Duran i Sanpere, escribió una carta al delegado de Cultura del ayuntamien­to, Tomàs Carreras Artau, con un estilo muy finito y un fondo muy contundent­e, diciendo que no podía ser de ninguna manera. Con un argumento plenamente democrátic­o: si la Causa General se servía de los diarios para procesar y acusar, había particular­es que los necesitaba­n para argumentar su defensa. ¿Se imaginan que habría pasado si las coleccione­s de diarios de la República y la guerra se hubieran dispersado o destruido? ¿Cómo se habría escrito la historia? ¿Qué sabríamos de la edad de oro del periodismo catalán? Gracias a la honestidad, el rigor, la perspicaci­a y la inteligenc­ia de Duran i Sanpere, los diarios se salvaron.

Con las cosas que están pasando estos días ya no hace falta buscar tantos ejemplos en el pasado para saber cómo funciona este país. Pero me apetecía explicar mi descubrimi­ento (y de Eugènia Lalanza). En la facultad de Filología fui alumno de Eulàlia Duran, hija de Duran i Sanpere. Y ahora pienso que si la viera un día por la calle, la abrazaría.

¿Qué habría pasado si los diarios de la República se hubieran perdido? ¿Cómo se habría escrito la historia?

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