El pitillo más caro
La ciudad de París está decidida a acabar con el hábito de lanzar la colilla del cigarro al suelo, para lo cual aplicará multas de 68 euros a los cada vez más perseguidos fumadores.
Tirar una colilla al suelo, ese reflejo casi automático de todo fumador, puede costar 68 euros en París. Basta con que te vea uno de los cien agentes en civil que el ayuntamiento de la gaditana Anne Hidalgo ha destacado para castigar esta falta.
Sesenta y ocho euros es una penalización respetable, 33 euros más que lo contemplado como multa según las ordenanzas municipales locales, que entienden este acto una falta general el he- cho de “abandonar residuos en la vía pública”. A esa objeción, el ayuntamiento parisino replica informando que 68 euros aún son 32 menos que los 100 que paga el infractor por tirar colillas al suelo en ciudades como Montreal.
“El objetivo de esta medida no es recaudar, sino hacer cambiar una conducta”, explica un portavoz del ayuntamiento.
Una colilla no es nada, pero en París se recogen anualmente 350 toneladas de ellas, y eso ya es asunto serio. Las inocentes colillas contienen “metales pesados, contaminantes como cadmio, plomo y nicotina”, explican. Frecuentemente esos deshechos llegan a las alcantarillas y contaminan el agua. También los árboles se ven dañados.
Aunque dentro del marco general de hacer la vida imposible al fumador (o dicho de otra manera, de mejorar la salud pública) prohibiendo desde 2006 fumar en lugares públicos, esta multa disuasoria no cae del cielo. Ha sido precedida por una campaña de concienciación, un trabajo ante los bares y restaurantes, y por la colocación de 30.000 ceniceros en la ciudad, donde, cada vez más, el fumador se ve obligado a fumar en la calle, lo que ha disparado la presencia de colillas en aceras y calzadas.
El rigor del ayuntamiento parisino contra las colillas es encomiable, pero tiene un contrapunto interesante nada menos que en el Senado, la segunda cámara parlamentaria de la nación, donde el intento de aprobar una ley estableciendo la neutralidad del paquete de tabaco, es decir un empaquetado sin marca e ilustra- do con imágenes que alerten de la extrema peligrosidad que ese hábito representa para la salud, se ha saldado con una derrota que ha demostrado la potencia del lobby tabaquista.
Solo 16 de los 348 senadores de Francia votaron el día 15 a favor del proyecto en ese sentido presentado por la ministra de sanidad, Marisol Touraine. Una verdadera santa alianza que unió a izquierda y derecha, con sólo 6 senadores socialistas entre los 15.
Durante meses las empresas del tabaco organizaron en la cámara una sutil campaña contra los paquetes sin marca, idea que apoya la Organización Mundial de la Salud, difundiendo un estudio australiano que “demostraba” que tal práctica incentiva el contrabando. Tal estudio fue apadrinado por las tabacaleras.
Cien agentes de civil se ocupan desde ayer de vigilar y castigar una práctica largamente asumida