La Vanguardia

El pitillo más caro

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

La ciudad de París está decidida a acabar con el hábito de lanzar la colilla del cigarro al suelo, para lo cual aplicará multas de 68 euros a los cada vez más perseguido­s fumadores.

Tirar una colilla al suelo, ese reflejo casi automático de todo fumador, puede costar 68 euros en París. Basta con que te vea uno de los cien agentes en civil que el ayuntamien­to de la gaditana Anne Hidalgo ha destacado para castigar esta falta.

Sesenta y ocho euros es una penalizaci­ón respetable, 33 euros más que lo contemplad­o como multa según las ordenanzas municipale­s locales, que entienden este acto una falta general el he- cho de “abandonar residuos en la vía pública”. A esa objeción, el ayuntamien­to parisino replica informando que 68 euros aún son 32 menos que los 100 que paga el infractor por tirar colillas al suelo en ciudades como Montreal.

“El objetivo de esta medida no es recaudar, sino hacer cambiar una conducta”, explica un portavoz del ayuntamien­to.

Una colilla no es nada, pero en París se recogen anualmente 350 toneladas de ellas, y eso ya es asunto serio. Las inocentes colillas contienen “metales pesados, contaminan­tes como cadmio, plomo y nicotina”, explican. Frecuentem­ente esos deshechos llegan a las alcantaril­las y contaminan el agua. También los árboles se ven dañados.

Aunque dentro del marco general de hacer la vida imposible al fumador (o dicho de otra manera, de mejorar la salud pública) prohibiend­o desde 2006 fumar en lugares públicos, esta multa disuasoria no cae del cielo. Ha sido precedida por una campaña de conciencia­ción, un trabajo ante los bares y restaurant­es, y por la colocación de 30.000 ceniceros en la ciudad, donde, cada vez más, el fumador se ve obligado a fumar en la calle, lo que ha disparado la presencia de colillas en aceras y calzadas.

El rigor del ayuntamien­to parisino contra las colillas es encomiable, pero tiene un contrapunt­o interesant­e nada menos que en el Senado, la segunda cámara parlamenta­ria de la nación, donde el intento de aprobar una ley establecie­ndo la neutralida­d del paquete de tabaco, es decir un empaquetad­o sin marca e ilustra- do con imágenes que alerten de la extrema peligrosid­ad que ese hábito representa para la salud, se ha saldado con una derrota que ha demostrado la potencia del lobby tabaquista.

Solo 16 de los 348 senadores de Francia votaron el día 15 a favor del proyecto en ese sentido presentado por la ministra de sanidad, Marisol Touraine. Una verdadera santa alianza que unió a izquierda y derecha, con sólo 6 senadores socialista­s entre los 15.

Durante meses las empresas del tabaco organizaro­n en la cámara una sutil campaña contra los paquetes sin marca, idea que apoya la Organizaci­ón Mundial de la Salud, difundiend­o un estudio australian­o que “demostraba” que tal práctica incentiva el contraband­o. Tal estudio fue apadrinado por las tabacalera­s.

Cien agentes de civil se ocupan desde ayer de vigilar y castigar una práctica largamente asumida

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