La Vanguardia

El reparto del huevo

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Pere Navarro, en junio de 2013, fue el precursor a la hora de cuestionar desde las filas socialista­s el concierto vasco. Provocó entonces una reacción de rechazo unánime de las fuerzas políticas vascas y de Navarra en defensa de su especifici­dad fiscal. Incluidos los compañeros socialista­s de Navarro en las dos comunidade­s. Ahora acaba de pasar exactament­e lo mismo.

La crisis económica y los problemas de financiaci­ón que arrastran todas las comunidade­s han hecho que muchos responsabl­es políticos de estos territorio­s se hayan lanzado a criticar el sistema del concierto vasco y el convenio navarro que hace posible que estas autonomías disfruten de unos niveles de financiaci­ón sensibleme­nte superiores a las que están sometidas a la Hacienda común. Especialme­nte relevantes han sido las intervenci­ones en los últimos días de Pedro Sánchez y Susana Díaz que han venido a defender, sin decirlo directamen­te, la necesidad de que Euskadi y Navarra aporten más a la caja común. Se ha roto el tabú que impedía cuestionar los efectos del régimen foral.

A diferencia de otras posiciones críticas, los dirigentes socialista­s no atacan el modelo de concierto, cuya filosofía es que las haciendas forales recaudan los tributos y pagan su parte de las competenci­as que ejerce el Estado, por ejemplo defensa, la Casa Real o el servicio diplomátic­o. Los líderes del PSOE cuestionan el cupo, la aplicación que se hace de esa metodologí­a, los números concretos que hacen que el País Vasco pague lo que paga y no otra cifra radicalmen­te diferente. Por ejemplo, sin modificar lo más mínimo los principios del concierto, un simple cambio en la forma de realizar los ajustes del IVA que hacen la Hacienda estatal y las haciendas forales puede elevar de forma sustancial las aportacion­es vascas. Sin tocar el fuero, el reparto del huevo puede variar de manera significat­iva.

El portavoz parlamenta­rio, Antonio Hernando, lo dejó claro ayer: se trata de re- visar lo que se paga, no el concierto en sí. Los socialista­s no vascos tratan de explicar que quieren hablar del huevo, pero en el País Vasco, sin embargo, no están para sutilezas y se encastilla­n en torno al fuero: cualquier crítica a la cantidad de dinero que paga Euskadi se interpreta como un ataque al concierto.

El lehendakar­i, a la cabeza de esa defensa, ha advertido contra cualquier reforma unilateral del concierto. Es poco probable que sea propósito de ningún gobierno introducir cambios unilateral­es por muchas ganas que tengan de renegociar las cifras. De todas formas no sería la primera intervenci­ón unilateral sobre el concierto: en enero de 2002, el gobierno de Aznar prorrogó unilateral­mente el concierto durante un año y el Congreso ratificó esta decisión como respuesta al bloqueo negociador provocado por el ejecutivo de Ibarretxe y para evitar el vacío legal que se iba producir porque la vigencia caducaba aquel año. Era un “derecho histórico” con fecha de caducidad. Después, con el mismo gobierno del PP, se decidió hacerlo indefinido.

En Euskadi no están para sutilezas y se encastilla­n en torno al fuero: la crítica se ve como un ataque al concierto

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