“Cumpliré mi mandato, claro que sí, y no haré política de partido”
Manuela Carmen a, alcaldesa de Madrid
A Manuela Carmena (Madrid, 1944) le gusta utilizar la palabra “innovación” para definir las líneas básicas de su mandato municipal. El último sondeo del CIS, difundido anteayer, coloca a la alcaldesa de Madrid –igual que a Ada Colau en Barcelona– como la política mejor valorada de su ciudad. Los madrileños aprueban sus primeros cinco meses de gestión y le dan una nota de 5,99. La ex juez Carmena asegura que agotará su mandato de cuatro años y no repetirá. No tiene intención de participar en la campaña de las próximas elecciones generales. La alcaldesa recibió a La Vanguardia el pasado miércoles en la sede del Ayuntamiento de Madrid.
¿Nos puede resumir su proyecto para Madrid? Hacer una ciudad más igualitaria, sin el enorme desnivel que vemos entre unos barrios y otros. Una ciudad innovadora, en constante desarrollo dentro de un marco sostenible y amigable. Hablo de desarrollo social, económico y cultural, sin vincular el concepto desarrollo únicamente al aumento de la producción.
La oposición y algunos medios la acusan de tener muchas “ocurrencias”: cooperativas de madres para limpiar colegios, universitarios barrenderos... Es importante que los gestores públicos tengamos imaginación y capacidad de generar ideas. Pero nuestra sociedad rechaza lo nuevo, porque obliga a pensar y a replantear las rutinas. Siempre he sido innovadora y creo que tengo imaginación. Cuando los medios cogen ideas nuevas y las trituran con el apodo de “ocurrencias”, recuerdo lo que dijo la gran Concepción Arenal: hay palabras que no insultan pero descalifican. La acusaban de utópica y ella lo atribuía a un intento de desacreditarla. Y es lo que ocurre cuando se formulan ideas que plantean al- ternativas al funcionamiento de la sociedad tal como la conocemos. No hablé de convertir a los universitarios en barrenderos. Planteé la idea del trabajo social universitario, muy extendido en Estados Unidos, para reforzar la limpieza de los campus. Si se celebra una fiesta universitaria, ¿por qué los universitarios no pueden cooperar en la limpieza? La curva de la innovación tiene siempre tres fases: indiferencia, confrontación y, finalmente, aceptación de lo nuevo.
¿Tiene interés en establecer un eje de colaboración estable entre las ciudades de Madrid y Barcelona? Estoy muy interesada en mantener relaciones con todas las alcaldías y especialmente con la de Barcelona. En este momento, y con respeto absoluto a la decisión que pueda tomar el pueblo catalán sobre su encuadre, Barcelona es la segunda ciudad del Estado español. Es una ciudad que me suscita un gran afecto. Pero también quiero una buena relación con Bilbao, Valencia, Sevilla, Zaragoza… Y no estoy interesada en crear una estructura distinta a la Federación de Municipios.
Como jurista y persona que vivió activamente la transición, ¿ve llegado el momento de los cambios constitucionales? Sí. La Constitución debe desarrollar el marco territorial y permitir la evolución en todo lo necesario para ser fiel, precisamente, a sus principios: los de una democracia profunda, social, moderna, aglutinadora, europea…
¿Hay que reformar el marco territorial? La estructura territorial española está en crisis. Quise ser muy prudente ante unas elecciones tensas (las del 27 de septiembre), pero no es nuevo que defiendo el federalismo. Los países de estructura federal cuentan con una gran riqueza. El resultado de las elecciones catalanas nos indica que un número importante de ciudadanos no están conformes con el marco territorial actual. Y eso es relevante. Es necesario un replanteamiento. Históricamente hubo momentos en que estuvimos a punto de perfilar el federalismo. Nos faltó agilidad para asumir una reforma de la Constitución o para ser un más tolerantes y comprender que había otras maneras de entenderla, sin rigorismos. Creo que un buen camino habría sido el que el nuevo Estatut de Catalunya hubiese servido para proyectar el desarrollo federal de España.
Dice que ha sido prudente. La alcaldesa de Barcelona también lo fue ante el 27-S y ahora su grupo se plantea concurrir a las generales. ¿Participará usted en la campaña de las elecciones de diciembre? Me comportaré exactamente igual que ante las elecciones catalanas. Soy independiente y lo tengo muy asumido, más aún desde que soy alcaldesa. Voy a procurar no ser identificada con ninguna de las alternativas que compitan en las generales. Me hizo gracia la expresión que el otro día empleó el presidente del Gobierno cuando habló de “políticos amateur”. Es interesante. Yo creo que no es bueno que todos esté en manos de políticos profesionales. No es que me considere un político amateur, pero para mí una democracia sana y fresca ha de contar con personas dispuestas a la gestión de lo público sin voluntad de eternizarse. En mi caso es fácil puesto que ya soy mayor. Yo no estaré en el Ayuntamiento de Madrid más allá de los tres años y ocho meses que me quedan de mandato.
Después de las generales, ¿le gustaría compartir el gobierno municipal con el PSOE? Los gobiernos en minoría se ven tentados a fortalecerse constituyendo una mayoría. Madrid es muy grande. Y nosotros tenemos veinte concejales. No podemos aspirar a tener uno en cada distrito y cada área. Así que hacer un gobierno más fuerte siempre es interesante. El hecho de que el Partido Socialista nos apoyara para la investidura, nos acerca. Si esa relación va convergiendo hacia un gobierno de coalición… Puede ser, pero eso nos obligaría a replantearlo ante las bases de constituyeron Ahora Madrid.
¿Puede definirnos cuál es su relación actual con Esperanza Aguirre? En lo personal, muy buena. Me gusta organizar desayunos con la oposición y ahí nos hablamos. Es interesante. Pero me sorprende la teatralización; la diferencia tan grande entre lo que se dice en una mesa, cuando se habla de verdad sobre los problemas, y cuando se hace la obra de teatro o se imposta en el pleno; entonces se busca la confrontación. Me parece dramático: se diría que uno no es buen político si no ataca a los demás.
¿Los partidos han quedado desfasados y envejecidos? Creo que sí. La sociedad no puede entender que pasemos horas y horas intercambiando epítetos agresivos. ¿Qué sentido tiene? ¿Qué sucedería si hiciéramos lo mismo en las empresas? Iríamos a una suma de la nada. Multiplicaríamos cero por cero.
Con tantos ataques como ha recibido estos primeros meses, ¿en algún momento se ha planteado tirar la toalla? ¿Está decidida a terminar el mandato? Rotundamente, sí. Lo acabaré.
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