Matices a la excelencia
Orquesta Filarmónica de Londres
Intérpretes: Sibelius, Brahms Director: Vladimir Jurowski Lugar y fecha: Palau de la Música (5/X/2015) Dejémoslo claro de entrada para que la cosa no se preste a confusiones: el del lunes fue un buen, un muy buen concierto. La sonoridad de la Orquesta Filarmónica de Londres, bien empastada, dejó el listón muy alto a lo largo de las dos obras programadas por el ciclo Palau 100: el Concierto para violín, de Sibelius, y el Réquiem alemán, de Brahms. En la primera obra, Leonidas Kavakos elaboró dibujos inspirados, con pasión y refinamiento, a pesar de algunos desajustes en la afinación de los pasajes en legato. Y la obra sacra de Brahms contó con el buen papel del Orfeó Català y del Cor de Cambra del Palau, aunque las secciones femeninas pecaron de una leve estridencia en las fugas. Parte de la responsabilidad se debió a la batuta de Vladimir Jurowski que es uno de los mejores directores del momento.
¿Qué es, pues, lo que hace que maticemos la excelencia de esta velada? Pues precisamente la tarea de un director-divo, demasiado preocupado por erigirse en maestro de ceremonias absoluto, poco cómplice con los excelentes músicos que tenía enfrente, cosa que dio pie a pasajes no siempre diáfanos, especialmente en los de más intensidad dramática del Réquiem. Y eso pasó factura al coro, que empezó muy bien pero que parecía exhausto en el Selig sind die Toten conclusivo.
Sobresaliente la intervención de la soprano Miah Persson y correcta la prestación del barítono Dietrich Henschel, aunque uno se pregunta si hacen falta intérpretes de tanta fama (y de caché tan elevado) para unas intervenciones más bien cortas en la partitura del hamburgués. Entre nosotros tenemos excelentes solistas que habrían podido resolver magníficamente estas partes...