Happy Pills, contra las gominolas en la Fnac
La firma demanda a MolaGominola y a la cadena por imitar su modelo de negocio
Las chuches son el placer infantil por excelencia. Y también un vicio para muchos adultos. ¿De quién fue la idea de enfocar las chuches como un modelo de negocio para el público adulto? Los dueños de Happy Pills creen que fue suya. Al menos, la idea de un modelo característico de tienda que presenta las gominolas como remedio a los males de la vida moderna. En unos botes característicos y con una presentación y unas frases que son un guiño a los productos de prescripción.
Happy Pills nació en Barcelona en el 2007, y su propietario, Domingo Ojeda, asegura que enseguida les llegaron noticias de imitaciones desde varios países extranjeros. “En el 2009 iniciamos algunas acciones legales, pero era complicado...”. Finalmente se han decidido: en febrero presentaron una demanda contra la Fnac y contra Fresh & Good, de San Sebastián, que ha instalado en varios centros de la cadena puntos de venta de chuches con la marca MolaGominola. Y Happy Pills considera que son una “parasitaria imitación” y que por su culpa, su negocio “corre inminente riesgo de desaparecer”.
Tras una primera vista en julio, en la que el juez desestimó la petición de daños, en noviembre se celebrará el juicio que debe deci-
dir sobre si hay imitación. Un portavoz de la Fnac señaló que la cadena “no es parte involucrada en el proceso de fabricación de los botes de las gominolas”, y alegan que el modelo de negocio es diferente. En Happy Pills los botes de chuches son rellenables por el cliente; en MolaGominola sólo venden formatos cerrados. Por su parte, Happy Pills ha presentado una larga lista de ar- gumentos y fotos justificando las imitaciones. Es un viejo dilema el saber, cuando las ideas fluyen y evolucionan, de quién son propiedad. Happy Pills nació cuando Ojeda, con experiencia en franquicias, decidió abrir un quiosco de chuches, y el proyecto fue concebido por el estudio M, muy relacionado con el mundo del diseño y la publicidad de Barcelona. En las dos primeras tiendas crearon un concepto nítido y basado en la prescripción. Luego la marca evolucionó, añadió frases, productos. “Apostamos por la innovación permanente, pero permanentemente nos copian”, dice Imma Dueñas, de Happy Pills. Happy Pills tiene 7 tiendas (5 en Barcelona, Bilbao y Zaragoza) y en el 2014 facturó 1,4 millones. Pese a las muchas peticiones que dicen recibir, no se han decidido a franquiciar (sí tiene en marcha un plan con un socio en Corea).