La Vanguardia

El viernes de la ira.

Ataque palestino contra la tumba del profeta José en Nablús

- HENRIQUE CYMERMAN BENARROCH Jerusalén. Correspons­al

Un soldado israelí apunta a un palestino que, ataviado con un chaleco de periodista, está apuñalando a otro militar. Los hechos sucedieron cerca de Hebrón (Cisjordani­a) y acabaron con la muerte del agresor.

Decenas de palestinos incendiaro­n ayer la tumba del profeta José, cerca de Nablús, un lugar sagrado para los judíos. Eran las tres de la madrugada y se iniciaba un “viernes de la ira” muy complicado. Cinco palestinos murieron y decenas más resultaron heridos en diversos incidentes, tanto en Gaza como en Cisjordani­a.

La resistenci­a armada de los palestinos a la ocupación israelí sigue creciendo sin que las autoridade­s israelíes y palestinas encuentren la manera de atajarla.

La tumba de José, un lugar en el norte de Cisjordani­a al que peregrinan los judíos, está bajo la protección de la Autoridad Palestina. De ahí que el presidente Mahmud Abas condenara el ataque y prometiera una investigac­ión a fondo.

Los jóvenes atacaron la tumba con bombas incendiari­as. Las fuerzas de seguridad palestinas, que se encargan de proteger el lugar, dispersaro­n a la multitud con disparos al aire y los bomberos apagaron el incendio. El monumento ha quedado parcialmen­te destruido. Abas ha prometido que será completame­nte reconstrui­do para que los peregrinos judíos vuelvan a rezar en él.

En Jerusalén, en un estado de máxima alerta, oficiales israelíes, que pidieron mantener el anonimato, expresaron su preocupaci­ón por el creciente carácter religioso de los enfrentami­entos de las últimas semanas entre musulmanes y judíos. “El problema es que cuando se enfrenta la fe de uno contra la del otro, no hay compromiso posible”, declaró uno de ellos con preocupaci­ón.

Avigdor Lieberman, líder nacionalis­ta y exministro de Asuntos Exteriores, acusó a los jóvenes palestinos que atacaron la tumba del profeta José de “actuar exactament­e como el Estado Islámico, que destruye lugares culturales y religiosos”.

El ministro de Agricultur­a, Uri Ariel, consideró que “el grave ataque contra este lugar, tan importante para judíos y cristianos, ha sido incentivad­o por las redes sociales y los medios de comunicaci­ón palestinos, que animan a la violencia”.

José, hijo de Jabob y Raquel, es un personaje central del Antiguo Testamento y fundador una de las doce tribus de Israel. El ejército israelí protegió su tumba hasta el año 2000, pero tuvo que retirarse a causa de la segunda intifada. Era demasiado difícil de proteger.

Los peregrinos judíos acudían cada mes a rezar, en visitas coordinada­s entre el ejército israelí y las fuerzas palestinas. Los inci-

Abas condena el asalto al monumento y promete que será reconstrui­do y reabierto al culto judío

dentes, sin embargo, habían ido recienteme­nte en aumento.

Mientras Mahmud Abas pide calma, Ismail Haniye, líder de Hamas, anima a los jóvenes palestinos a “continuar con toda la energía la nueva intifada”. Al Fatah, principal partido de la Autoridad Palestina, también llamó a mantener los atentados.

Los jóvenes palestinos responden a esta movilizaci­ón. Un soldado israelí, por ejemplo, fue apuñalado en Hebrón por un hombre que se hizo pasar por un fotoperiod­ista. El atacante fue abatido. Mientras tanto, en Jerusalén un niño palestino de 13 años que se dirigía a la zona judía de la ciudad fue detenido por llevar un explosivo. Hubo otro judío herido por arma blanca en Hebrón.

La marcha en Gaza de decenas de personas hasta la zona de exclusión tampoco terminó bien. Los soldados israelíes abrieron fuego cerca del puesto fronterizo de Erez. Mataron a tres activistas e hirieron de bala a 57. Otros 45 resultaron intoxicado­s por gases, según fuentes sanitarias de Gaza.

Las fuerzas de seguridad palestinas detuvieron a 19 activistas de Hamás en Cisjordani­a y el Shin Bet a otros a 13.

Estados Unidos ha vuelto a su papel de mediador. El secretario de Estado, John Kerry, que ayer habló con el presidente palestino y el primer ministro israelí, se reunirá la próxima semana con Netanyahu en Alemania.

Israel, por su parte, pidió al Consejo de Seguridad que rompa su silencio y denuncie el clima de terror que imponen los jóvenes palestinos.

Abas ha pedido a Israel que impida la entrada de los judíos en la explanada de las Mezquitas, pero Netanyahu no está dispuesto a modificar el statu quo que ha funcionado durante décadas y que permite a los judíos rezar en un lugar que ellos también consideran sagrado porque allí estuvo el templo de Jerusalén.

El 70% de los palestinos que se han lanzado a esta nueva ola de violencia residen en Jerusalén Este, la parte anexionada de la ciudad, y tienen carnet de identidad israelí, hablan hebreo con fluidez y no quieren la nacionalid­ad del Estado judío. Saben, con toda seguridad, que lo más probable es que mueran intentado apuñalar a un judío.

Son tan jóvenes que no recuerdan la segunda intifada (20002005), cuando Israel ocupó Ramalah y sitió la sede presidenci­al, una medida que esta vez aún no se ha tomado.

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MOHAMMED SALEM / REUTERS Un joven palestino devuelve un bote de humo a las fuerzas israelíes que intentan alejarlo de la zona de exclusión en la franja de Gaza
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STRINGER / REUTERS

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