Pura literatura
El 49,6% de la población mundial es femenina. Es decir, que casi la mitad de los habitantes de la Tierra son mujeres. Pero en la Societat Econòmica Barcelonesa d’Amics del País no lo parece. En las paredes, hay cuadros de batallas, y en unas sillas como del ala oeste de la Casa Blanca, se sientan en primera fila Miquel Roca y el conseller de Justícia, Germà Gordó. En la mesa de los ponentes, Jordi Cabré presenta el libro que ha coordinado, El
canvi cultural a Catalunya (Pòrtic), donde participan viejóvenes sobradamente preparados.
Pero hay cosas que no cambian, puntualiza la presidenta de la Associació d’Escriptors en Llenga Catalana, Bel Olid: “Esto sigue siendo un campo de nabos”. En su intervención, el subdirector de El
Món a Rac1, Jofre Llombart, ha diY cho que una vez le sirvieron un gin tonic con tantas cosas que le quedó una ensalada buenísima. También ha dicho que, si porcentualmente en Catalunya hubiera tantos periodistas como en el libro, uno de cada 6,4 catalanes sería periodista, para desgracia de la salud matrimonial del país. Pues bien, responde Olid, si hubiera tan pocas mujeres como en el libro, tendríamos un problema. También responde a Roger Guasch, director general del Gran Teatre del Liceu, que aseguraba en su turno que la gestión cultural no puede ser deficitaria. ¿Qué significa deficitario? ¿Cuál es el barómetro? Lo que hay que hacer es creernos de una vez que la cultura es necesaria. Olid rompe corazones y pelotas con la misma eficacia. Las escasas mujeres asistentes preguntan quién es. A Roca le gusta su discurso. Gordó le dice eso que odiamos tanto que nos digan: “Molt bé, maca”.
si seguimos con las estadísticas, en el premio Planeta, celebrado en el Palau de Congressos el jueves por la noche, lo que más abunda es la poesía. Es de sobras conocida la oda a la eterna juventud de Jordi Hurtado, por ejemplo, o los reversos a la inmortalidad de Eduard Punset, o la canción económica de Leopoldo Abadía. Llega el futurista Albert Rivera, el neoclásico Matías Prats, la romántica María Eugenia Yagüe, el vanguardista Màrius Carol, y los bardos de la empresa, como el presidente de Telefónica, César Alierta.
Por el Photocall pasan Javier Sierra, Lucía Etxebarria, Espido Freire, Juan Manuel de Prada. Entre los rumores de los posibles finalistas, dos nombres sonaban con fuerza. Uno era el de la televisiva Cristina Pedroche, y ahí está, con Anna Simon, dos musas contemporáneas. El otro era el de Sergio Vila-Sanjuán, y su propia hija Leticia llegó a dudar de su palabra, dada la insistencia de los medios. Llega un falso Andrés Calamaro. Pregunto quién es ese falso Calamaro que se las da de superestrella del rock y agarra a una chica por la cintura como si le perteneciera. Resulta que el falso Calamaro es Calamaro de verdad.
Éste es el primer Planeta sin José Manuel Lara Bosch, a quien le rinden homenaje. El nuevo presidente del grupo, Josep Creuheras, comparte mesa con Artur Mas, Pedro Sánchez y Ana Pastor, ministra de Fomento (deduzco que de la lectura). El finalista es Daniel Sánchez Arévalo, director de películas como AzulOscuroCasiNegro y Gordos, y al recibir el galardón, dice: “Espero que David Fincher compre mi novela”. Todo muy literario. Y literal. En un momento dado, sus amigos Mario Casas y José Coronado salen a fumar mientras charlan sobre el cáncer de pulmón. También está Julia Otero, cuya hija, Candela Martínez, levanta pasiones.
Najat El Hachmi cena en la mesa de los escritores de Destino. O, bueno, en la mesa de los escritores. Están Gemma Lienas y su hermana, también Carme Riera y su marido, Paco Llinàs, Lorenzo Silva, Rafel Nadal y Alicia Giménez Bartlett, a quien Najat le pregunta: “Oye, ¿tú sabes quién ha ganado? Es que nunca me entero”. Giménez Bartlett pone cara de póker. Cuando anuncian su nombre, sube al escenario con un jersey que dice: “Merde”. Léanlo como quieran. Es tan literario como literal. Sea como sea, Giménez Bartlett deja a los tíos en pelotas. O al menos, así se titula su novela ganadora: Hombres desnudos. Recuerda a Lara y a su agente literaria, Carmen Balcells, y dedica su agradecimiento a esos desconocidos con los que nos cruzamos, nos sonríen, y nos facilitan la vida.
Acabada la cena, es tradición pasar por el hotel Princesa Sofía, donde se alojan los ganadores y los periodistas que vienen desde otras partes del Planeta. Allí pasan esas cosas que no se pueden contar: Sánchez Dragó mira –como si hubiera comido y bebido de ella– la boca de su compañera de programa Anna Grau. Y el periodista Ricard Ruiz no puede creerse que Quim Gutiérrez no sepa qué es el poliamor. Debe de ser el único actor que no lo sabe. Se lo explica delante de la editora de Destino, Anna Soldevila, la de Columna, Glòria Gasch, y el director de Grup 62, Emili Rosales, que atienden con interés. También está la escritora de novela negra Dolores Redondo, que asegura que tiene a su marido Eduardo acojonado, porque ella sabe cómo deshacerse de un cuerpo. Supongo que esta es la parte más literaria que literal de toda la noche.
Cuando anuncian su nombre, sube al escenario con un jersey que dice: “Merde”. Léanlo como quieran