¿Sufrir en Mugaritz?
Se puede sufrir en Mugaritz? ¿Puede alguien pasarlo mal en un caserío maravilloso donde sirven una cocina que hay que saborear y pensar? Pues sí. Puede llegar a sentirse incómodo el comensal que se enfrenta con recelo a esa mesa desnuda sobre la que ocurrirán cosas que tal vez no entienda. Y sufre, así lo reconocen, el equipo, volcado en explorar lugares, ingredientes, ideas y nuevos límites. Ayuda a entenderlo el interesante documental que Andoni Luis Aduriz ha hecho con La Fura dels Baus, Campo a través, en el que se recogen las confesiones de quienes están implicados en el proyecto del restaurante de Errenteria. Escuchándolos se da uno cuenta de que no sólo se puede, sino que ocurre y ha de ocurrir.
Aduriz quiere crecer sobre sus dudas y sus errores y avanzar fuera de la zona de confort. “Vivir incómodos para tenernos que adaptar constantemente”. La vida, cree, es superar retos y conflictos. Y también es eso hacer vanguardia. “No me quites mis errores”, dice el chef vasco, que entiende la creatividad como una crisis constante. Para él hay dos caminos: el difícil, el del campo a través, que requiere sacrificio y miles de horas de trabajo, y el que toman quienes con grandes antenas parabólicas tratan de captar de aquí y de allá lo mejor de lo que hacen otros para hacer un collage y, seguramente, triunfar más que quienes optan por arriesgar.
Lo mejor de Mugaritz es ese esfuerzo titánico para ofrecer algo sincero y distinto. Sentarte a una de sus mesas y vaciar la mente para volver a llenarla. Y descubrir que si la última vez intuiste que la cocina de Aduriz empezaba a ser para todos los públicos, te habías equivocado. Que Mugaritz puede gustar o incomodar, pero que detrás de cada gesto en la cocina y en la sala, detrás de cada cosa que ocurre, hay una intención. Y un equipo que busca la excelencia y la autenticidad y comparte un gran sueño.