La mala digestión del sapo

GEORGE Bernard Shaw distinguía entre los hombres razonables, que son aquellos que se adaptan al mundo, y los que no lo son, que intentan una y otra vez que el mundo se adapte a ellos. Es posible que estos últimos sean los que producen grandes cambios, pero seguramente los primeros viven más tranquilos (y más años). Artur Mas ha sido siempre un político razonable en el sentido al que se refería el escritor dublinés, pero hubo un día –de eso hace tres años– que decidió apostar por la audacia a fin de que Catalunya diera un paso adelante. O, para ser más exactos, unos cuantos y a la carrera. El 27-S dejó un resultado caprichoso: los soberanistas se acercaron al 50% de los votos, pero Mas no aseguró su continuidad por un escaño. La CUP dejó bien claro en campaña que apoyaría la estrategia secesionista, pero en ningún caso permitiría la reelección del president. Desde entonces CDC va con el paso cambiado y en las reuniones secretas con los cuperos sólo cede sin conseguir el objetivo de asegurar que Mas repita.

El sapo más notable que han tenido que tragar los negociadores convergentes es la propuesta de ruptura que votará el Parlament, donde se deslegitima el marco legal. Las gentes de orden de CDC poco menos que convertidas en antisistema. A mitad de la sesión del martes del Consell Executiu, sus miembros conocieron el texto cuando ya estaba colgado en los digitales. El primero en mostrar su desacuerdo fue Andreu Mas-Colell, luego hizo lo propio Jordi Jané. Y, a continuación, Santi Vila, Felip Puig, Irene Rigau... con diferentes matices. El propio Mas se preguntó como cierre de la reunión si le estaban pidiendo que convocara unas nuevas elecciones.

Cada vez son más los que creen que en marzo volveremos a ser convocados a las urnas. Sería un acto de hombre razonable, según la definición de Bernard Shaw, a fin de que diez parlamentarios anticapitalistas no acaben marcando las reglas del juego de esta compleja partida.