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El final de la política de hijo único en China, y los malos resultados del Deutsche Bank en el primer trimestre.
TRAS el escándalo Volkswagen, los problemas en el Deutsche Bank suponen otro duro golpe a la imagen de la tradicional eficiencia germana. El primer banco de este país, que en julio renovó presidencia, ha presentado sus peores resultados trimestrales de la historia y ha aprobado un drástico plan de saneamiento que incluye 15.000 despidos, para dejar la plantilla en 77.000 trabajadores, la salida de diez países, el cierre de cientos de filiales, la venta de activos y la cancelación de los dividendos durante dos años, algo que no sucedía en la entidad desde hacía más de sesenta años.
La dura reestructuración presentada ayer por el nuevo copresidente ejecutivo de banco germano, el británico John Cryan, que procede de la banca suiza UBS, pretende imprimir un claro cambio de rumbo para que el banco vuelva a ser “íntegro y fiable”, más seguro y eficiente en su actividad y más sencillo en su estructura. La gestión, hasta ahora, había sido todo lo contrario, a juzgar por las pérdidas en lo que va de año, que se elevan a 6.200 millones de euros, como consecuencia de depreciaciones en la cartera de su banca de inversión y el mal resultado de algunas compras efectuadas, como la del Postbank. a lo que se suman numerosos casos de mala práctica financiera, con más de seis mil litigios en todo el mundo que han afectado a la entidad, tanto por sus repercusiones como por la cuantía de las multas. Entre estos escándalos figura la manipulación de los índices hipotecarios, como el Libor y el Euribor, algunos casos de lavado de dinero negro y la violación de las sanciones aprobadas a países como Irán o Rusia.
Desde que el nuevo copresidente ejecutivo ha asumido las riendas del Deutsche Bank, hace cuatro meses, ha procedido a una profunda renovación de todos los altos directivos responsables de haber llevado al banco hasta una situación que se ha revelado insostenible si no se afrontaba su saneamiento.
El compromiso de hacer del Deutsche Bank una entidad seria, disciplinada y rentable, capaz de recuperar el prestigio y la confianza es fundamental tanto para el banco, que es uno de los mayores de Europa, como para la propia imagen de Alemania. Pero ello es una tarea larga, difícil y costosa, ya que hasta el 2018 no se espera volver a tener beneficios, entre otras cosas porque habrá que amortizar las cuantiosas indemnizaciones del personal que se despida. En cualquier caso, es fundamental que los nuevos directivos, que aseguran tener muy clara su estrategia, logren el éxito en su misión.