El futuro de El Asad domina las conversaciones de Viena sobre Siria
Arranca la primera conferencia para atajar la guerra civil con Irán en la mesa
El hecho de que hoy tenga lugar en Viena esta conferencia internacional sobre Siria ya es un éxito y si se quiere un logro diplomático del presidente ruso, Vladímir Putin. Por vez primera está presente la República Islámica de Irán, poder regional indiscutible, en una reunión con los ministros de Exteriores de EE.UU., Rusia, Arabia Saudí, Turquía, Francia, Egipto y Líbano. La participación de Irán, que junto a Rusia es el gran valedor del régimen de Bashar el Asad, se ha conseguido tras las tenaces iniciativas diplomáticas rusas para persuadir a Riad de su imprescindible asistencia y el decisivo acuerdo nuclear iraní en marcha con EE.UU.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha dicho que el objetivo es esbozar “el camino para salir del infierno sirio”. La eficaz intervención militar rusa ha modificado profundamente las condiciones en el campo de batalla, alentado al ejército sirio y a sus aliados, los militares iraníes y los combatientes de Hizbulah, que habían sufrido reveses en varios frentes, y a la vez, fomentando una difícil iniciativa diplomática. No hay delegados sirios en la conferencia.
No se espera ningún acuerdo político sino sólo alguna suerte de compromiso para esbozar un procedimiento de negociación. Los dos bandos, el que apoya al Gobierno sirio y el que ayuda a los grupos de la oposición, siguen enfrentados. Las fórmulas sobre una transición política o la suerte de El Asad siguen siendo muy especulativas. El ministro de Exteriores saudí, Adel al Yobeir, dijo ayer a la BBC que Irán debe aceptar la destitución de El Asad como parte de cualquier solución al conflicto. “Se va a ir sin duda, ya sea a través de un proceso político o por la fuerza”, afirmó.
Los bombardeos rusos sobre bases de organizaciones yihadistas o de la oposición considerada moderada, además de las del Estado Islámico, pueden afianzar el avance del ejército sirio, reforzando su acción ante una negociación política posterior. Los bombardeos terribles de los hombres de El Asad sobre enclaves para ahuyentar a la población bajo autoridad rebelde destruyen sus infraestructuras civiles, dejando como alternativas a sus habitantes el territorio controlado por el Estado o el éxodo.
Todas las iniciativas anteriores desde el 2011 –las de la Liga Árabe, de la ONU, de las conferencias Ginebra I y Ginebra II– fracasaron. Tampoco prosperaron los esfuerzos para garantizar ayudas humanitarias o altos el fuego como el que propuso hace unos meses Staffan de Mistura, delegado de la ONU para el conflicto sirio.
A esta conferencia asisten también por vez primera Egipto y Líbano . Esta pequeña y débil república soporta alrededor de un millón y medio de refugiados sirios, que ponen en entredicho su seguridad y el precario equilibrio entre suníes y chiíes. Beirut implora la ayuda internacional.
Arabia Saudí e Irán dominan respectivamente a las poblaciones suní y chií de Oriente Medio. Los dirigentes de Riad y de Qatar,
Riad insta a Teherán a aceptar que El Asad “se va a ir sin duda, a través de un proceso político o por la fuerza”
que alientan a los yihadistas y no sólo en Siria, acusan a los mulás de Teherán de extender su influencia por estos países árabes, a sus expensas. Al desfallecer los militares iraníes en los frentes sirios –en las calles de Teherán hay carteles de sus militares caídos, como el general Husein Hamedani– Rusia entró impetuosa en la guerra. La reciente visita del rais El Asad a Moscú fue el reconocimiento a la hegemonía de Putin, que ya le liberó en el verano del 2013 de la amenaza del ataque norteamericano si no se desprendía de sus armas químicas.
El expresidente de EE.UU. Jimmy Carter ha escrito en The New York Times que “no se necesitan concesiones de los sirios sino de los estados que claman la paz pero que rehúsan cooperar entre sí para conseguirla”.