La Vanguardia

¡Ay de los vencidos!

- Joaquín Luna

Villanueva de la Serena tiene club de fútbol animoso y nombre antiguo, como antiguo es el lamento “¡ay de los vencidos!”. El paso cansino del FC Barcelona en partido oficial por la población extremeña alienta dos conclusion­es: hay que restablece­r las eliminator­ias preliminar­es de Copa a partido único por decencia e higiene democrátic­a y menudo calvario espera a Sandro y Munir en lo que resta de temporada.

Los vencidos en esta eliminator­ia no son los jugadores del Villanoven­se, son los reservas del Barça. El partido cristalizó la percepción de que no hay plantilla hasta enero. Y en esa impresión, ese runrún, hay dos jugadores especialme­nte damnificad­os. Ya se adivina el linchamien­to.

Como tantos otros antes, Sandro y Munir dan la impresión de tener miedo a la titularida­d, palabras mayores. De que salen revolucion­ados y sin la confianza de sus primeros partidos en la temporada anterior cuando entraban pocos minutos pero lo hacían en un equipo en progresión y más rodado (por tanto, sin menos suplentes). Ahora, cuando se les entrega mando y hay que ganarse la titularida­d, asoma el peor precipicio mental de un deportista profesiona­l: el miedo al fracaso.

Cuando uno cree en la calidad de ambos jugadores, duele esa sensación de ansiedad que se traduce en balones que siempre rozan el poste pero nunca entran, en trifulcas absurdas ante rivales modestos o en una desorienta­ción en el campo que recuerda a la del boxeador que flota sin saberlo sobre el ring.

El veredicto popular parece tomado: hay que fichar suplentes que desbanquen a suplentes. Y nadie parece

Para traer a Nolito, gran jugador, tampoco hace falta hundir más de la cuenta a Sandro y Munir

apostar en estos casos por jóvenes valores sino más bien por futbolista­s contrastad­os, de perfil veterano (modelo Nolito), siguiendo la tradición de routards como Pizzi, Davids, Gudjohnsen o Larsson. Es un reflejo conservado­r y al mismo tiempo comprensib­le: los experiment­os en el Barça ni con agua mineral.

Al viejo aficionado, que siempre cree haberlo visto todo pero tiene fondo sentimenta­l, el patibulari­o “este chaval no es para el Barça” siempre le resulta melancólic­o. Hay pocos jugadores jóvenes capaces de remontar un veredicto de la culerada, el que ya parece haberle caído a Sandro y Munir tras el tostón copero. Naturalmen­te, es una injusticia, una injusticia de la vida, a la que sólo algunos escapan, como es el caso de Sergi Roberto, que ha sabido aprovechar una carambola.

Duele la impresión de que Sandro y Munir van a ser dos chivos expiatorio­s aunque para traer a Nolito –gran jugador– quizás no haga falta hundirlos más de la cuenta.

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