Apariciones en el Marès
La artista italiana Vanessa Beecroft viajó por primera vez a Sudán en el 2006. Su idea era conocer de primera mano el conflicto de Darfur, pero pasó la mayor parte del tiempo en un orfanato amamantando a dos gemelos desnutridos a los que ofreció sus propios pechos, colmados de leche por una maternidad reciente. Beecroft quiso adoptarlos, sin éxito, y se fotografió a sí misma, como una madona blanca, con la que planteaba no pocos interrogantes sobre el colonialismo y el paternalismo de Oc- cidente en su relación con África.
Beecroft retrató también a una mujer negra, vestida de rojo, los niños en su regazo, como una de esas vírgenes entronizadas tan frecuentes en la iconografía cristiana... Aquella Virgen negra con gemelos se encuentra rodeada ahora de las vírgenes góticas del Museu Marès, construyendo metáforas y estableciendo un efectivo juego de espejos que nos hace mirar las hermosas tallas desde una óptica nueva. No es la única sorpresa que encontrará el visitante del Museu Marès. La exposición Nunc Stans desborda los límites temporales de la colección (de la antigüedad al siglo XIX) y abre las puertas del museo al siglo XXI, con una serie de obras de la colección de arte contemporáneo de la Fundació La Caixa que, a ojos del espectador, funcionan como apariciones.
Es el caso de los dos bustos de mujer de Janine Antoni, esculpidos en chocolate y jabón, camuflados entre efigies de héroes romanos; de la torre formada por 288 souvenirs de la virgen de Lourdes (Katharina Fritsch), o la instalación de Ana Laura Aláez –seis pelucas suspendidas en el aire sobre otros tantos zapatos de plataforma– que alude a la invisibilidad y la construcción de lo femenino, y que aquí nos obliga a volver a mirar con mucha más atención los tesoros de la sala femenina.