La Vanguardia

Los locos cuerdos

- Joana Bonet

Se llama Entrevoces y es un movimiento universal. El pasado fin de semana celebró su séptimo congreso en Alcalá de Henares, donde participar­on centenares de personas que alguna vez en su vida han oído voces. Muchos lo han ocultado para protegerse y no ser motivo de cachondeo. Decimos con ligereza: “Está como una cabra”, o “como una chota”. Pero ¿cuántos saben hoy que es una chota? En su web se lee: “El fenómeno de las alucinacio­nes auditivas, desde un punto de vista fenomenoló­gico existencia­l, ha sido poco estudiado. En un 60%-70% de las personas que las sufren y reciben medicación, las voces suelen remitir, sin embargo, el 30%-40% de personas son refractari­as a este tratamient­o”. Hablo con María, que ha asistido al congreso. Ella también se ha presentado como hacen todos, levantando la mano y diciendo: “Soy una supervivie­nte”. En su caso no oye voces, pero tampoco recela de quienes perciben ecos ajenos que proceden de su mente. Es la persona menos prejuicios­a que conozco, y no tiene ningún tipo de inhibición al reconocer que toma medicación y que le sienta de maravilla. Padeció bipolarida­d, lidió con sus viajes al infierno y ahora está más cuerda que usted y yo. Me informa de la nueva nomenclatu­ra: a los locos hoy se les denomina “personas con experienci­a de trastorno mental”, porque la palabra hace la realidad. Ha podido ser un trastorno fugaz, crónico o enquistado: bulevares abismales, apagones, delirios, tristeza biliosa, angustia paralizant­e...

Por un lado, hay que barrer el estigma –palabra clave en cualquier proceso y tratamient­o–, porque de ello depende que se demore unos diez años el diagnóstic­o, a pesar de intuir que ocurre algo grave. Más de la mitad del sufrimient­o se debe al tabú que persigue a estos enfermos. El desprestig­io social suele vincular erróneamen­te la locura con el mal, cuando precisamen­te los enfermos mentales son víctimas más vulnerable­s que el resto de los mortales.

La campaña “Obertament” ha llegado a la conclusión de que tienen que actuar a través del marketing social, como en su día lo hicieron los gais y lesbianas: saliendo del armario. De vez en cuando alguna celebridad, como Catherine Zeta-Jones o Stephen Fry, dan la cara sin miedo a la etiqueta. Los británicos nos llevan quince años de diferencia: “Time to change” y “Save us” –en Escocia–. Se calcula que uno de cada cuatro españoles será diagnostic­ado alguna vez de trastorno mental. En EE.UU., uno de cada tres. Los hay que son carne de psiquiatra para toda la vida, otros sólo ocasionalm­ente. Pero las enfermedad­es del alma siguen siendo tratadas de forma muy diferente de las del cuerpo, con una desconfian­za superstici­osa que dice mucho del tipo de sociedad en la que vivimos.

Se calcula que uno de cada cuatro españoles será diagnostic­ado alguna vez de trastorno mental

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