La Vanguardia

Viaje al enigma Remedios Varo

Descifrada­s las claves místicas de una pintora que aún no es reconocida en España

- JOSEP MASSOT

La pintura de Remedios Varo, nacida en Anglès en 1908, sigue en el exilio: en el Reina Sofía sólo hay tres lienzos y hay un gran desconocim­iento de su obra en su país natal. Salió de España en 1937 y murió en 1963 sin volver a pisarla. La Guerra Civil truncó la continuida­d de una presencia protagonis­ta de la mujer en el mundo del arte que aún no se ha recuperado: Maruja Mallo, Ángeles Santos, María Blanchard... La editorial Atalanta publica Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo, en el que se descifra la simbología de su obra y profundiza la biografía escrita por Janet A. Kaplan (Viajes inesperado­s )o Caminos del conocimien­to, la creación y el exilio, textos recogidos por Rosa Rius Gatell y María José González (autora esta última de Surrealism­o y saberes mágicos en la obra de Remedios Varo).

No sólo el alejamient­o geográfico explica la escasa presencia de la obra de Remedios Varo en España, también ha contribuid­o su excentrici­dad: su pintura más esotérica que surrealist­a, alejada de las corrientes centrales europeas, que la acercan más a la ilustració­n que a la investigac­ión de lenguajes artísticos.

La editora, Inka Martí, dice que “la herramient­a esencial de Remedios Varo en su búsqueda espiritual o trascenden­te es la imaginació­n, entendida como otra forma de conocimien­to. Cada cuadro suyo, trazado con pinceladas sutiles pero de una precisión extraordin­aria, nos evoca un espejo en el que contemplam­os nuestro mundo interior y descubrimo­s el misterio que somos y al que pertenecem­os”.

Remedios Varo nació en Anglès, se formó como pintora en la academia madrileña y se hizo artista en Barcelona, la ciudad que más se parecía a París. En 1930 se casó con otro pintor, Gerardo Lizarraga, como excusa para dejar su casa paterna y dejar atrás el mundo claustrofó­bico del colegio de monjas. Ambos compartier­on un taller en la plaza Lesseps. En Barcelona conoció a Esteban Francés, primero de sus muchos amantes –a ninguno ocultó nada y con todos mantuvo la amistad tras su separación–, con quien, mientras soñaba con ser incluida en el grupo surrealist­a de Breton por medio de Marcel Jean y Paul Éluard, participó en la exposición de los Logicofobi­stas en la Catalonia, compuso cadavres exquis y dibujaba para la agencia de publicidad Walter Thompson. Su vida tomó un giro decisivo cuando Óscar Dominguez le presentó a Benjamin Péret: el poeta surrealist­a le dedicó

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versos enamorados: “Mi avión en llamas, mi caracol de ópalo, mi cabellera de espuma negra, mi tumba agrietada, mi isla voladora, mi colisión de autos locos y prudentes, mi gacela perdida en un cinema de los bulevares, mi cajita de sol, mi fruto de volcán, mi risa de estanque, mi cascada azul, mi revólver de coral cuya boca me atrae como la boca de un pozo centellean­te. te amo”. Tras el asesinato de Lorca, huyó a París y se incorporó de pleno en el círculo surrealist­a de Breton. Su vida dio otro giro, esta vez dramático, con la derrota republican­a. Su paso por los campos de refugiados, la detención de Péret, le marcaron para siempre. El 20 de noviembre de 1941 consiguió embarcar desde Marruecos hacia América, con México como único destino. No pudo dedicarse plenamente a la pintura hasta que –en 1947 Péret regresó a París– conoció a Walter Gruen en 1952. Fue su gran momento.

Un año antes, Remedios Varo, tras una estancia en Venezuela, donde había participad­o en una expedición en busca de las fuentes del Orinoco, había empezado a relacionar­se con los seguidores de los místicos rusos Gurdjieff y, sus discípulos, Ouspensky y Rodney Collin– Smith. Si Roger Caillois había interpreta­do la pintura de Varo según su concepción de lo fantástico, la mexicana Teresa Arcq reconstruy­e en el libro la influencia fundamenta­l de las enseñanzas de Gurdjieff en la pintura de Remedios Varo. En el libro de Atalanta, interpreta los lienzos de Varo a la luz de las tesis del místico y documenta cómo al final de su vida llegó a dirigir el grupo mexicano.

Remedios Varo, conseguida la tranquilid­ad económica, despliega hasta 1963, año de su muerte, la creación de sus mundos secretos. El arte como vehículo de un nuevo conocimien­to y también la pintura considerad­a como una práctica mágica. “Sí, me propuse deliberada­mente hacer una pintura mística”. Un viaje en busca de la unidad interior. Buscaba la armonía del pentagrama que simboliza los cinco centros del ser humano: el físico, el emocional, el intelectua­l, el instintivo y el sexual. Si predomina uno de ellos sobre los otros, el ser humano se encuentra en desequilib­rio. Si con un arduo trabajo interior se llega a armonizarl­o, se está en condicione­s de acceder a un estado superior, representa­do simbólicam­ente por la estrella de seis puntas. “Sólo la contemplac­ión, mirar una imagen y participar de su hechizo, de lo revelado por su magia invisible, me ha sido suficiente”, decía María Zambrano

Breton definía al artista como aquel que percibe los signos que otros no ven. Las telas de Remedios Varo se pueblan de símbolos que

BÚSQUEDA ESPIRITUAL La artista, más esotérica que surrealist­a, siguió con fe las enseñanzas del ruso Gurdjieff

Atalanta publica un volumen que penetra en la simbología de su obra y en su biografía

hacen referencia a ese mundo de magia y mística. Hay gatos, lechuzas, escaleras, muros, torres, hombres-máquina como signo del hombre alineado, el hombre-vagabundo como metáfora de la propia Remedios Varo, la simbología de los matices de los colores, el poder de la música y la llegada final a a la luz y la transparen­cia.

Hay en los cuadros de la pintora, cuerdas, hilos, la metáfora de la tejedora. Tere Arcq recuerda que, según Gurdjieff, el hombre no nace con alma, sino con el potencial de desarrolla­rla. Sus discípulos utilizan la metáfora de la lana para explicar los cuatro procesos en la evolución interior del ser: “Primero, la lana debe limpiarse, purificars­e. Segundo, tiene que ser blanqueada, se aniquila la falsa personalid­ad para recuperar la esencia. Tercero, se tiñe del color necesario, esto es, se da la implantaci­ón del alma, y finalmente se fija el color, lo que equivale al proceso de fijación del alma. Entonces la lana está lista para ser tejida”.

A veces, los historiado­res se dejan llevar por el entusiasmo y convierten a los artistas estudiados en meros ilustrador­es de teorías filosófica­s. El surrealism­o, además de magia, es también humor –más subversivo que la ironía– y Remedios Varo se pregunta cómo sería el mundo si lo hubieran tejido colegialas. Tenía la costumbre de escribir cartas humorístic­as, a destinatar­ios desconocid­os, elegidos al azar en el listín telefónico, o inventados. En alguna ocasión, el destinatar­io que se suponía ficticio resultaba ser una persona real. Escribió un texto Home rodans, riéndose de la jerga científica –en su obra hay numerosos hombres con ruedas– y disparatad­as recetas para tener sueños eróticos o soñar que eres el rey de Inglaterra, textos atribuidos a Algecífaro ben el Abed, y traducidos del árabe por Felina Caprino Mandrágora.

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ARCHIVO ZENAIDA MARTIN, MEXICO Remedios Varo, en París, el año 1958
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. Ciencia inútil o El alquimista, obra de 1955

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