La Vanguardia

El recochineo

- Pilar Rahola

Este es el cuento para no dormir de estos días de insomnio. Érase una vez un tal A, arrogante y altivo que, sin embargo, vivía bajo el poder dominante de un tal B, que siempre lo consideró bajo sospecha: demasiado rebelde y poco adiestrado. Detentando, pues, el poder, el tal B se quedaba una parte muy sustancial de los recursos que el tal A generaba, no asumía el total de sus necesidade­s vitales y, además, no pagaba las deudas que contraía. Por el camino, utilizaba los recursos del tal A para hacer lo que le daba la gana, incluyendo beneficios que el tal A no podía permitirse, y así iba establecié­ndose la peculiar relación.

Pero como era una relación insostenib­le, pasaba lo que debía pasar: el tal A vivía cada día más ahogado, tenía que endeudarse para poder asumir el impago de las deudas del tal B, sometía a sus vecinos a deudas paralelas y al ahogo consecuent­e y ya empezaba a entrar en riesgo de quiebra. Entonces el tal B le dijo que le daría algo del montante que le había sustraído, pero sólo si el tal A aceptaba reducir su ya escasa libertad de decisión, permitía que el tal B le mirara las cuentas, la cocina

Es lo del hiriente refrán catalán de “cornut i pagar el beure”, aplicado a la relación Catalunya-España

y hasta los calzoncill­os, y si se portaba bien y cumplía las nuevas reglas, entonces le daría el goteo para sobrevivir. Y cuando pareció que el tal A aceptaba la nueva restricció­n de su capacidad de decisión, o al menos callaba resignado, entonces el tal B le dio algo del dinero y encima se regodeó públicamen­te porque el tal A parecía ahora “más siervo”, estaba más atado y podía ser más fiable: niño bueno.

Y gracias a la supuesta dadivosida­d del tal B, que hacía el negocio redondo porque retornaba algo de lo que le debía al tal A con su propio dinero, el tal A podía pagar a los vecinos. Todo momentánea­mente, en función de si el tal A continuaba portándose bien con el tal B, es decir, mantenía su categoría de siervo, porque este cuento para no dormir no tiene, de momento, final feliz.

Y en el proceso, por supuesto, el relato público dominante era el del tal B, porque era quien tenía el poder de crear grandes sinergias de opinión, hasta el punto que el tal A veía expoliados sus recursos, no podía pagar sus deudas y, encima, su deudor se vendía, a ojos del vecindario, como el ángel salvador de su mala cabeza. Lo del explícito refrán catalán de “cornut i pagar el beure”... Con un añadido triste, algunos congéneres del tal A le hacían la rosca al tal B e incluso aplaudían el dantesco sainete. Y es así como el tal A se quedaba sin sus recursos, ahogado de deudas y con su deudor riéndose en sus carnes, obligándol­e a restringir sus decisiones y pidiendo el aplauso por darle lo que le debía. No sé si puede ser un cuento más patético, pero no parece.

Y sí, este es el cuento para no dormir del mal cuento de la relación entre Catalunya y España, sometida la primera a un Estado que ha decidido no respetar ni la vergüenza.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain