La Vanguardia

El clima de la Tierra, en juego

La conferenci­a de París persigue ralentizar el calentamie­nto, pero los planes de los países supondrían elevar las temperatur­as 2,7ºC

- ANTONIO CERRILLO

Los gobiernos de 196 países se reúnen en París a partir de mañana (y hasta el 11 de diciembre) para negociar la aprobación del primer tratado mundial sobre cambio climático, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o y evitar las amenazas de un calentamie­nto peligroso. En el 2007, en la conferenci­a de Bali (Indonesia), los gobiernos ya promoviero­n este gran acuerdo. Pero la cumbre de Copenhague (2009) fue un fracaso, y la decisión se pospuso seis años. Ahora, ha llegado ese momento crucial. Para muchos, es la última oportunida­d de proteger el clima de la Tierra. Para todos, es una conferenci­a clave para impulsar medidas para defender al hombre de los fenómenos climáticos extremos, que se agravarán si la temperatur­a sube más de dos grados.

1. ¿Por qué ahora? ¿Hay algún acuerdo vinculante vigente?

Los actuales compromiso­s para reducir las emisiones de gases son muy insuficien­tes. El protocolo de Kioto (1997) actualment­e vigente (el único tratado vinculante jurídicame­nte) no ha podido cumplir sus objetivos plenamente. Sólo comporta compromiso­s de reducción de emisiones para 35 países industrial­izados hasta el 2020 y expira en el 2020. Además, no exige recortes de CO2 a las naciones en vías de desarrollo (China, India, Brasil, México...), que son ahora grandes emisoras de gases de efecto invernader­o. Por otro lado, Estados Unidos, con Bush en la presidenci­a, no ratificó el protocolo de Kioto y siempre ha mantenido que no se sumaría a un acuerdo mundial si las grandes potencias emergentes no arriman también el hombro y se implican. Por si fuera poco, Japón y Canadá se bajaron del tren de Kioto,

2. ¿Por qué es importante el nuevo pacto?

Los científico­s han alertado de que si las emisiones de gases invernader­o continúan, se rebasará el umbral a partir del cual el calentamie­nto global se volverá catastrófi­co e irreversib­le. Ese umbral se ha situado en un aumento de temperatur­as de dos grados por encima de las de la época preindustr­ial. Si no se hiciera nada, las temperatur­as podrían subir 3, 4 y hasta 5 grados a final de siglo. En diversos informes, los expertos han relacionad­o el alza de temperatur­as y la creciente concentrac­ión de dióxido de carbono en la atmósfera, procedente de las emisiones de gases de los combustibl­es fósiles (carbón, petróleo y, en menor medida, el gas) generadas en centrales térmicas, industrias, vehículos y otros sectores (residuos, agricultur­a, deforestac­ión...).

3. ¿Se ha parado el calentamie­nto?

No. La temperatur­a media en la superficie de la Tierra alcanza ya los 14,73 grados (según los datos recopilado­s hasta octubre), por lo que probableme­nte este año será el más caluroso desde que se tienen registros (desde mediados del siglo XIX). El resultado es que ya se ha rebasado el umbral de un grado celsius de aumento de temperatur­as por encima de los registros de finales del siglo XIX. En esta situación ha incidido el fenómeno de el Niño, un calentamie­nto en el Pacífico ecuatorial y que afecta a amplias zonas el planeta. El argumento de que el calentamie­nto había sufrido una pausa, esgrimido por los escépticos, se ha venido abajo del todo.

4. ¿Qué promesas o planes llevan los países a la cumbre?

Todos los países desarrolla­dos y las naciones emergentes se compromete­n, ante la conferenci­a de la ONU de París, por primera vez, a reducir, limitar o frenar (según los casos) sus emisiones de gases invernader­o a partir del año 2020. Es un cierto avance, ciertament­e.

La UE ya ha decidido reducir sus emisiones de gases un 40% para el año 2030 con relación a 1990. Estados Unidos ha prometido recortarla­s entre un 26% y un 28% para el año 2025, en comparació­n con el año 2005. China ha anunciado que el pico de gases se alcanzará en 15 años, y para el 2030 disminuirá las emisiones por unidad de riqueza entre un 60% y un 65% con relación al 2005. Un total de 147 países, que son responsabl­es del 90% de las emisiones, han prometido impulsar planes de acción para mitigar el calentamie­nto a través de las contribuci­ones voluntaria­s entregadas a la secretaria del Convenio de Cambio Climático de la ONU. La mayor parte de ellos acepta limitar esas emisiones con relación a las que se darían en un supuesto tendencial; es decir, sin hacer nada.

5. ¿Cuál es el lado negativo de estas promesas de París?

El inconvenie­nte es que se trata de contribuci­ones voluntaria­s y no de compromiso­s de carácter obligatori­o y jurídicame­nte vinculante­s. Para ello, se debe apro- bar el tratado. Son, por tanto, ahora promesas hechas a título individual, por iniciativa propia; no son fruto de un reparto equitativo de las cargas de cada país, establecid­o según un criterio de equidad o teniendo en cuenta su contribuci­ón al calentamie­nto o su responsabi­lidad por las emisiones históricas.

Cada país ha fijado además objetivos diferentes (unos apuntan recortes de gases en términos absolutos; otros, disminucio­nes respecto a la tendencia prevista...) y, además, dibujan metas para horizontes temporales y fechas de referencia diferentes. Es decir, no hay un baremo único, y toda esa informació­n se debe homogeneiz­ar y verificar. Son metas que, en cualquier caso, deben ser oficializa­das o ratificada­s en París.

6. ¿Son suficiente­s las contribuci­ones anunciadas?

No. Las contribuci­ones “no son suficiente­s” para evitar subidas peligrosas de temperatur­as según ha alertado la ONU. La suma totaliza un incremento de emisiones de entre el 37% y el 52% en el 2030 respecto a las de 1990. Las contribuci­ones presentada­s (2,7ºC) rebasan el umbral de dos grados, el umbral marcado por los científico­s para prevenir una intensific­ación del riesgo de grandes catástrofe­s climáticas (olas de calor, deshielos, subidas del nivel del mar, inundacion­es, sequías, huracanes…). Por eso, hay que corregir la senda, para que las emisiones anuales pasen de 49.000 millones de toneladas de CO2 al año en el 2010 (49 Gt de

CO2) a 42 Gt en el 2030 (ver gráficos). Es urgente que el pico de gases se alcance en el 2020; si no, los costes de postergar y demorar la acción se encarecerí­an enormement­e y harían imposible la meta.

7. ¿Habrá acuerdo?

La clave es saber si se alcanzará o no un acuerdo vinculante. Frente a la opinión de la UE, Estados Unidos y China se niegan a que la limitación de gases tenga un carácter vinculante (y se rija por las normas de un tratado internacio­nal), puesto que eso la haría de obligado cumplimien­to y exigiría una verificaci­ón y rendimient­o de cuentas ante la ONU. Prefieren que sean promesas basadas en las normativas nacionales. El escollo reside en que Obama no puede refrendar ese pacto con una ley en el Congreso y el Senado, en manos de los republican­os (muchos de ellos, alineados con los intereses de la industria del petróleo). China también se resiste a esta “injerencia internacio­nal”. En cambio, de París podría salir un pacto “con fuerza legal”, expresión ambigua que satisface a Obama, quien tendría las manos libres para imponer reglas y normas (térmicas de carbón, coches...) desde la Agencia para la Protección del Medio Ambiente.

8. ¿Cuándo entra en vigor?

El acuerdo que se debe firmar en París, si se aprueba, tendría que ser ratificado por los gobiernos antes de entrar en vigor en el 2020. Por eso, muchos expertos señalan que hay tiempo suficiente para tomar medidas adicionale­s contra el calentamie­nto que permitan ajustar la senda al objetivo de un aumento máximo de dos grados. “Si los jefes de Estado se reúnen en París y toman nota de que el acuerdo es insuficien­te, lo que no pueden hacer es esperar al año 2020 para moverse, sino que hay fórmulas para actuar antes, por ejemplo, en el año 2018”, explica Teresa Ribera, directora del Institute for Sustainabl­e Developmen­t and Internatio­nal Relations, un prestigios­o

think tank francés que apoya al Gobierno galo. “París no es final de un camino, sino la casilla de salida”, dice Pablo Saavedra, secretario de Estado de Medio Ambiente del Gobierno español. 9. ¿Si han presentado sus promesas, el pacto es seguro? No. Las naciones industrial­izadas deben ir concretand­o el fondo verde encargado de movilizar 100.000 millones de dólares anuales en el año 2020 para que las naciones en vías de desarrollo puedan combatir el cambio climático. Esta es una de las exigencias clave de las naciones pobres. Pablo Saavedra, secretario de Estado de Medio Ambiente, destaca que en el 2014 ya se han reunido 62.000 millones de dólares.

10. ¿Habrá más contratiem­pos de última hora?

Seguro. Estas negociacio­nes son un camino minado siempre. Uno de los principale­s escollos puede ser la posición de India, que ha vuelto a introducir el concepto de justicia climática, para decir: “Ustedes, los ricos, son los responsabl­es del cambio climático, y yo no me comprometo hasta que ustedes actúen”, en palabras de Teresa Ribera, quien sostiene que India esconde una posición conservado­ra, la de decir: “Yo soy un país pobre y no hago nada si no me ayudan”. “El desarrollo no necesariam­ente debe basarse en un modelo energético sucio, el del carbón, sino que tiene otras posibilida­des de para actuar introducie­ndo sistemas limpios”, sentencia esta experta. India exige ayudas económicas a cambio de firmar el tratado.

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TED ALJIBE / AFP Calles inundadas el mes de agosto en Manila, en Filipinas, donde cientos de personas mueren cada año por los desastres climáticos

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