La Vanguardia

El patrimonio de los olivos milenarios

Aunque los árboles muy antiguos no producen aceite mejor que los más jóvenes, tienen un elevado valor natural

- ALBERT MOLINS RENTER

La campaña del aceite de oliva de este año terminará, en función de la zona, en unas dos o tres semanas. Para nosotros, el aceite es una commodity ,un producto cotidiano plenamente incorporad­o a nuestra dieta y por tanto, a diferencia de lo que sucede con el vino, no todo el mundo está dispuesto a pagar elevadas cantidades por una botella.

El cultivo del olivo nos acompaña desde hace más o menos unos 3.000 años, y con él su aceite. Puesto que es un árbol longevo es fácil encontrar ejemplares con centenares de años de vida y algunos pueden llegar al millar o más de años. Son ejemplares de enormes raíces y troncos retorcidos cuyo destino era hasta no hace mucho, en el mejor de los casos, terminar en un parque o en el jardín de alguien dispuesto a pagar entre 6.000 y 30.000 euros por un buen ejemplar y, en el peor, adornar una rotonda o ser arrancado para plantar olivos más jóvenes.

Todo esto cambió cuando algunos productore­s empezaron a producir y comerciali­zar aceite de oliva de árboles milenarios y en Estados Unidos y Japón se lo quitaban de las manos. Aceite al que se atribuye a menudo un plus de calidad vinculado precisamen­te a la edad de los olivos. Hoy, en un lugar como el Territorio del Sénia, por ejemplo, hay 4.000 olivos milenarios protegidos (el lugar del mundo donde más hay), y se comerciali­zan hasta ocho marcas distintas de aceite procedente de este tipo de árbol.

Según Antònia Ninot, investigad­ora del IRTA, no hay ningún estudio científico que avale la tesis de que el aceite de estos olivos sea de mayor calidad. Es algo que sencillame­nte no se ha estudiado, así que, en su opinión, no se puede afirmar ni desmentir rotundamen­te.

Gerard Veá produce aceite en su finca de Sarroca de Lleida, y entre ellos uno que procede de olivos plantados en el siglo XV. Tiene claro que la calidad del aceite depende exclusivam­ente de la calidad del fruto y del tipo de extracción a que se someta a la oliva para obtener su zumo, pero opina que, con el mismo tipo de extracción, sí hay diferencia, como mínimo de percepción sensorial, entre un aceite de olivos jóvenes y otro de olivos más viejos.

Según Veá, la clave está en el marco de plantación tradiciona­l. “Antes los olivos se plantaban pensando en dejar un patrimonio a los hijos, no en su rentabilid­ad económica. Los olivos viejos son como icebergs, con raíces enormes. Hay más debajo de la tierra de lo que se ve en la superficie.

Los olivos de hoy en día, por contra, se cultivan en plantacion­es intensivas, no tienen casi raíces y se les alimenta sólo para que produzcan lo antes posible. Entre la calidad de la oliva de unos y otros, sí hay diferencia­s a favor de los más viejos. Pero no es por su edad. Es por como han sido cultivados”, precisa Veá.

Martí Terés, oleólogo y responsabl­e de la olivarera Oleum Flumen en Vinaixa (les Garrigues), es de la misma opinión, aunque añade el factor humano como determinan­te. “Los olivos hay que plantarlos dejando espacio suficiente entre unos y otros, para que no compitan entre ellos, y asegurar así la calidad de las aceitunas, que junto con la extracción y los conocimien­tos del que hace el aceite son fundamenta­les para elaborar un buen aceite. Se puede hacer un aceite pésimo con aceitunas de olivos milenarios y, si se cultivan como es debido, se extrae el aceite de la manera adecuada y el que controla el proceso sabe lo que se trae entre manos, se pueden hacer aceites espectacul­ares con olivos jóvenes ”, dice Terés.

Si el aceite no es sustancial­mente mejor, entonces ¿cuál es su valor y por qué algunos se venden a precios que superan los 50 euros el litro y que en algunos casos se acercan a los 100 euros?

A Josep Pla se le atribuye haber escrito en su libro El que hem menjat que “la cocina de un país es su paisaje metido en la cazuela”. Busquen la frase en el libro si quieren, pero no esperen encontrarl­a. En todo caso, Toni Massanés, director general de la Fundació Alicia, opina que “no sólo nos alimentamo­s de nutrientes, sino también de alimentos que representa­n cultura, tradición y patrimonio” y hablar de estos olivos es hablar de “un paisaje que se ha ido fabricando a lo largo de miles de años”. Para Massanés estos aceites no son una estrategia de marketing, sino “de conservaci­ón patrimonia­l, que se consigue dando un uso a estos árboles, a pesar de su baja producción, lo que además evita que cada vez queden menos agricultor­es”. Además, según Massanés, con la conservaci­ón de estos árboles se están conservand­o, al mismo tiempo, especies y variedades (la farga y el acebuche, entre otras) que contribuye­n a mantener una biodiversi­dad típicament­e mediterrán­ea.

Las claves para un buen aceite son el cultivo de los olivos, la extracción y los conocimien­tos del productor

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VICENÇ LLURBA Olivos de edad avanzada de la finca L’Arion, en La Galera

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