La Vanguardia

Sant Antoni encuentra a sus ‘full monty’

Comerciant­es del popular barrio del Eixample se desnudan para conseguir alimentos frescos para los vecinos más necesitado­s

- LUIS BENVENUTY

Enric Bernaus sale apresurado a la puerta de su tienda de confeccion­es en el barrio de Sant Antoni. “Tienes que sacarnos en el diario –dice–, ayudarnos a promociona­r el calendario que hemos hecho los comerciant­es para recaudar fondos para la oenegé del barrio, para De Veí a Veí”. Un calendario, le responden con cierta incredulid­ad. Un navideño calendario benéfico. Otro más. “Pues sí –repone Bernaus–, un calendario para comprar alimentos frescos. La mayoría de los lotes de comida que se reparten entre las familias necesitada­s son de pasta, arroz, latas…, pero los críos también necesitan carne y pescado, alimentos frescos. Nuestro calendario se llama Gent fresca... Vamos a sacar una primera tirada de 2.000 copias, a cinco euros cada uno. Como tenemos unos cuantos patrocinad­ores, toda la recaudació­n irá a De Veí a Veí”.

Entonces Bernaus mira a lado y lado de la calle Manso, como si fuera un delincuent­e o un espía en un oscuro callejón, se asegura de que nadie lo mira, de que nadie le oye… y en voz baja, con tono cómplice y acercándos­e al oído de su interlocut­or añade: “Nos hemos desnudado, los comerciant­es del barrio salimos en pelota picada. Y también Màrius Hernández, el actor del barrio. Mira, aún no la ha visto nadie, ¡yo soy el mes de diciembre!”. Y Bernaus muestra una foto en la que aparece como Dios lo trajo al mundo, como Dios lo trajo y todos los kilos de más que vino ganando desde aquel entrañable momento, tapando sus partes pudendas con una tela con los colores de la bandera de Catalunya. “El proceso fue mucho más complicado de lo que parece”, continúa en plan confidente.

“El mes de abril lo hicimos en las obras del mercado de Sant Antoni. Hacía un frío que pela. El muchacho posó sobre unas cajas,

Alguno de los modelos, todos ellos bien maduritos, no supo cómo decírselo a la familia

con un trabuco y un sombrero de trabucaire, mientras los obreros silbaban y la gente pasaba por la calle y el vigilante se desternill­aba… ¿te imaginas que ahora la gente le ponga de apodo el del Trabuco o algo así? Nuestras mujeres dicen que nos hemos vuelto locos. Aún no lo ha visto casi nadie, pero muchos saben que está hecho, y ya se nota el cachondeo. Aparecen un montón de voluntario­s para el año que viene, y te preguntan por qué no les llamaste. Todos se creen que esto es muy fácil. Pero no lo es. Lo ves cuando te dicen ‘bájate los calzoncill­os’. El making off no quiero mirarlo”.

Sí, durante los días previos al lanzamient­o los nervios de los modelos bullen a flor de piel. Uno ni siquiera se ha atrevido aún a decírselo a su mujer y a sus hijos. Otro podría convertirs­e en el de las calabazas… Las instantáne­as recuerdan a aquellas muy picantes de los setenta en las que un florero tapaba estratégic­amente un pezón al descubiert­o. El fotógrafo del barrio, el autor del trabajo, en su autorretra­to, se tapa con su objetivo. “De acuerdo –le dicen a Bernaus–. Pásame una copia de tu foto por correo electrónic­o, ¡quedará genial para el reportaje! Lo podríamos dar el domingo, el día de más tirada”. Entonces el comerciant­e frunce el ceño, achina los ojos, luce una sonrisa asimétrica. “¿Quieres que salga en pelota picada en el diario del domingo?”. La verdad es que sí.

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Míster diciembre. Bernaus, a las puertas de su negocio en la calle Manso, muestra la foto que aparecerá en el calendario para ilustrar el último mes del año
ANA JIMÉNEZ Míster diciembre. Bernaus, a las puertas de su negocio en la calle Manso, muestra la foto que aparecerá en el calendario para ilustrar el último mes del año

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