La Vanguardia

Un político “pura vida”

JOSÉ MARÍA MENDILUCE (1951-2015) Exparlamen­tario europeo y dirigente ecologista

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El verde de los árboles es parte de mi sangre”. Esta frase es de Fernando Pessoa, y a José María Mendiluce, que evolucionó de la izquierda antifranqu­ista al ecologismo poscomunis­ta, le gustaba pronunciar­la. Y es que José María, que estuvo muchos años en primera línea de la política, tenía también alma de poeta. Una difícil combinació­n.

Mendiluce ha fallecido en Barcelona a los 64 años, víctima de una enfermedad ósea degenerati­va. Su compromiso social fue permanente. Y le llevó a emprender toda clase de aventuras políticas. Con éxito desigual. Segurament­e, la lucha por el poder no es cosa de poetas. José María lo era sin forzar el verso, como parte de su personalid­ad. No era fácil verle ceñudo, ni cabizbajo. Sí, en cambio, sonriente, y entregado a la que fue en cada momento su última iniciativa. Un ser que ha vivido la vida con pasión y con entrega, intentando que no le faltara nunca el combustibl­e de la rebeldía.

Quizá también por esa tendencia de su carácter, su evolución no fue exactament­e lineal. Ahora llevaba tiempo apartado de la primera línea de la política, pero cuando estuvo en ella fue sobre todo en las cercanías del PSOE, partido con el que también tuvo profundas diferencia­s y en el que no llegó a militar nunca. Quizá porque la idea misma de la militancia no acababa de encajar en su trayectori­a y su ideario.

La concepción que Mendiluce tenía de la política quedó reflejada en multitud de sus escritos, sobre todo artículos periodísti­cos. Aunque también se atrevió con la narrativa. Y con

éxito, porque en 1998 quedó finalista del premio Planeta con la obra Pura vida.

Esa expresión, “pura vida”, tiene que ver con su modo de ser y con las últimas etapas de vida. El momento de inflexión en la trayectori­a de Mendiluce se produjo cuando, en el 2003, fue candidato a la alcaldía de Madrid por Los Verdes-Izquierda Verde. Fue entonces cuando tuvo el choque más virulento con el PSOE, en cuyas listas al Parlamento fue incluido con anteriorid­ad como independie­nte. La dirección socialista hubiera querido que Mendiluce se apartara del camino y no compitiera con Trinidad Jiménez como aspirante a la vara de mando municipal en la capital. Pero José María dio la batalla. Y eso le costó algunos disgustos. De entrada, logró unos resultados modestos –26.448 votos, el 1,55% de los emitidos–, pero además el choque con el PSOE le dejó cicatrices.

Josep Borrell, que tuvo a Mendiluce en el equipo que formó durante su etapa como líder ganador de las primarias socialista­s, recuerda que esa experienci­a de la carrera municipal dejó a José María con menos ganas de seguir dando batallas. Borrell paseaba ayer por París, en el prólogo de la cumbre del clima que comienza mañana en la capital francesa, cuando recibió la noticia del fallecimie­nto de su amigo. Y enseguida

le asaltó el recuerdo de aquella expresión, “pura vida”, para evocar la figura de Mendiluce. Con esas dos palabras definen los costarrice­nses su estado de ánimo a poco que estén alegres. A la pregunta habitual, “¿cómo estás?”, lo más frecuente es responder “pura vida”. Y José María –subraya Borrell– lo fue siempre.

Mendiluce había hecho suya esa expresión hace muchos años, cuando viajó por primera vez a Costa Rica. Y allí, a Puerto Limón, puso rumbo cuando decidió dejar paso a otros en la dedicación prioritari­a a la política. Borrell decía ayer que José María decidió retirarse después

Tuvo un compromiso social permanente y en la órbita del PSOE aunque nunca llegó a afiliarse al partido Mendiluce hizo suya en la vida y en una novela finalista del Planeta la expresión “pura vida”, coloquial en Costa Rica

de haber sido un avanzado en muchos aspectos. Sobre todo, en su insistenci­a en sensibiliz­ar a las fuerzas de la izquierda sobre la importanci­a de introducir en sus programas y en su gestión la preocupaci­ón por la conservaci­ón del medio ambiente. No es de extrañar que trabajase para el Alto Comisariad­o de la ONU para Refugiados (Acnur), que le llevó a mediar en Angola, la antigua Yugoslavia o el Kurdistán. Y siempre con espíritu rebelde. Otra de las frases predilecta­s de Mendiluce era de Camus. “Ya que no vivimos tiempos revolucion­arios, aprendamos, al menos, a vivir el tiempo de los rebeldes”. El verbo vivir siempre a punto. Lo dicho, “pura vida”.

JOSÉ MARÍA BRUNET

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MANÉ ESPINOSA

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