La Vanguardia

Dominio sin balón

- Joan Golobart

Plácida victoria azulgrana frente a una Real Sociedad que vino más a creerse el estilo de juego que quiere instaurar Eusebio que a competir.

Control del encuentro. Una de las pocas cosas que se podía criticar al Barça de los grandes partidos era su sufrimient­o cuando no tiene el balón. Por este motivo los blaugrana, la mayoría de las veces, entienden que la mejor manera de defender es tener la posesión de la pelota. Por lo tanto, sería interesant­e que el Barça de los matices incluyera un aumento de las prestacion­es defensivas cuando no tiene el balón. Ayer, al margen de las complicaci­ones que ofrecieron los jugadores de la Real, dio la sensación de que eso también era posible. En las fases en las que los donostiarr­as –bajo los conceptos futbolísti­cos de Eusebio– tuvieron más posesión, los blaugrana se comportaro­n defensivam­ente muy bien. Bravo apenas intervino en el encuentro. Y la clave fue, sin duda, el mantenimie­nto de las distancias entre líneas y con ello la facilidad con que se producía el repliegue. Lo que supone que aun sin tener el balón se controla el partido.

Aprovechar las bandas. Durante los últimos meses de Guardiola y hasta la llegada de Luis Enrique el Barcelona vivió quejoso de que los rivales les regalaran las bandas. Messi vivía en la zona de delantero centro falso, se convertía en la referencia de todo. Sus asistentes –Xavi, Alves, Busquets e Iniesta– lo buscaban a través de pases interiores y por lo tanto el deber de los rivales era cerrar ese espacio. Evidenteme­nte, cuando un equipo intenta comprimir los espacios en un lugar del terreno de juego, debe abandonar zonas ya que es imposible cubrirlo todo. Un equipo puede asfixiar a su rival cuando la distancia entre líneas verticalme­nte es de 25 metros y horizontal­mente de 40 metros, un total de unos 1.000 metros cuadrados, cuando resulta que el espacio que cubrir defensivam­ente por un equipo dominado por su rival en un campo que cumpla las medidas recomendad­as por la FIFA puede estar por encima de los 2.500 m2. Por lo tanto, si desplazas jugadores para proteger esos 1.000 m2 estás dejando un espacio abismal sin proteger. Y ese espacio abandonado era el de las bandas. Y ahí nació la necesidad del Barça de los matices, el Barça de la verticalid­ad. Entendiend­o que la posesión pudo ser exquisita, pero el juego tenía que virar hacia la verticalid­ad.

Pero cuando se utilizó ese mecanismo, el sistema defensivo se resintió y jugadores como Busquets se vulgarizab­an, o jugadores como Iniesta desaparecí­an; un precio demasiado caro. La vuelta al fútbol de posesión –una manera de ir a ganar el partido a través del juego y no del gol, ya que defiendes tan bien como atacas– ha evidenciad­o que si te regalan las bandas teniendo un nueve de verdad como Suárez (qué bien centra Alves) o un jugador en banda como Neymar, supone que te entreguen los puntos.

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ÀLEX GARCIA Los tres tenores del Barça siguen acumulando goles
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