La Vanguardia

¿Cómo nos ponemos la corbata?

El estilismo del cara a cara entre Rajoy y Sánchez propone dos mundos opuestos de lucir la corbata

- MARGARITA PUIG

El signo más elegante en el vestir clásico del hombre, sean cuales sean las corrientes estéticas que parecen querer poner fin al complement­o masculino por excelencia, sigue siendo la corbata. Precisamen­te por eso escogerla es tan difícil y resulta asimismo tan fácil equivocars­e. Les pasó a Rajoy y Sánchez en el debate que el lunes encararon con la corbata obligada, cada una con el color que define a su partido, y, como era de esperar, combinada con el traje oscuro, pero no negro (se reserva para las ceremonias), y la camisa blanca, que da luz y otorga credibilid­ad.

Aunque no llegaron al suspenso y plantearon dos mundos opuestos de lucir ese atuendo, fallaron los dos estilismos hasta el punto de que hay quien considera que visto lo visto, mejor olvidarse e ir a cuello suelto, como plantea por ejemplo Ivonne Ruiz, diseñadora de la firma de moda Raimón Bundó. “Las dos corbatas que llevaron fueron retrógrada­s y anticuadas, incluyendo la del moderador”. Pero lo peor no fue eso. El gran error es que el nudo, seguro que estudiado al milímetro por un ejército de asesores, no rozó la perfección en ninguno de los tres casos. Ni en el de Rajoy ni Sánchez, pero tampoco en el del presentado­r. Que se gire la corbata es un mal asunto. Señal de que como mínimo no se eligió el material adecuado.

Según François Viñas, creador de la marca Atelier F&B, es muy fácil averiguar si se lleva una corbata buena o mala. Es un tema de sensacione­s: “Cuando se anuda una corbata y el nudo cae bien y no se gira, podemos estar seguros de que es una prenda bien hecha”.... Aquí lo tienen. Sólo hace falta estudiar las imágenes y comprobar que ninguno de los tres parecía plenamente estable. Una forma de dar con la corbata ideal sin necesidad de anudarla es sujetarla por la mitad y comprobar que ambas partes, delgada y gruesa, cuelguen rectas.

Para ello las corbatas no deben ser demasiado finas, en ese caso “el nudo se queda sin cuerpo, ni demasiado gruesas porque abulta en exceso”, explica Lluís Sans, gerente de la tienda Santa Eulalia, especializ­ada en grandes marcas y en la confección a medida. Como en todo, en el mundo de la corbata hay mitos. Este tiene un nombre propio: Marinella, que es el regalo por excelencia de los jefes de Estado. Berlusconi comenzó a usar estas corbatas manufactur­adas y a regalarlas a sus colegas, que extendiero­n una moda y el placer de usar sedas excelentes inglesas, muy pesadas, con muchas pasadas hechas en telares con historia que permiten un nudo bien hecho y nada resbaladiz­o.

Pero en el tema de las corbatas hay más errores posibles más allá de la mala elección de la tela. También hay que saber dar con el nudo dependiend­o del cuello de la camisa escogido. Ramón Rossinés, fundador del negocio familiar de camisas a medida Rosche Camiser, publicó la primera ilustració­n práctica en España de cómo anudarse en la corbata. Allí explicaba que los más habituales son “el nudo español para corbatas y cuellos normales, el simple para cuellos cerrados, el americano para abiertos y el italiano para cuellos abiertos de punta, además del nudo de pajarita o lazo”. Los entendidos saben también de la existencia del Shelby, catalogado como nudo ancho, el doble, el Ascot (como una lazada) y el de pañuelo, muy apropiado para vestir de sport.

Sánchez escogió bien su nudo. Un nudo simple para el cuello cerrado, pero cometió un leve error. “Es joven y puede, sigue las tendencias y sabe que se llevan las corbatas estrechas, pero se pasó”, explica Lluís Sans. ¿Lo correcto? Aquí sí que las modas cambian y hoy por hoy “la medida correcta va entre los 7 y 8 centímetro­s de ancho. Ni más

El largo ideal es el que queda un poco por encima del ombligo y de ancho, entre siete y ocho centímetro­s

ni menos. Un centímetro aquí es mucha tela”, explica Sans.

Además hay que verlo todo en su conjunto. Y en el caso de Sánchez “es muy alto y el botón de la americana le quedaba demasiado arriba, de forma que la sensación era que quedaba el conjunto un poco descompens­ado”. Tampoco Rajoy, con cuello abierto y nudo windsor, dio con las medidas exactas (su americana tampoco era a medida, por lo que se abría en exceso y la corbata bailaba porque era demasiado larga: lo correcto es que esté unos tres dedos por encima del ombligo). Pero menos, si cabe, Manuel Campo Vidal (los pantalones anchos y largos y la corbata demasiado gruesa), que desacertó hasta con los motivos. “Ahora no se llevan ni rayas ni motivos evidentes, lo que se impone son los tonos lisos o los microdiseñ­os”, concluye el gerente de Santa Eulalia.

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JAVIER SORIANO / AFP De arriba abajo, Pedro Sánchez, Mariano Rajoy y Manuel Campo Vidal
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JAVIER SORIANO / AFP
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JAVIER SORIANO / AFP

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