Y poca cosa más
Otello Autor: Giuseppe Verdi, sobre libreto de Arrigo Boito basado en la obra de Shakespeare Intérpretes: José Cura, Ermonela Jaho, Marco Vratogna, Alexey Dolgov, Olesya Petrova, Vicenç Esteve Madrid, Roman Ialcic, Damián del Castillo. Cor del Gran Teatre. Cor Infantil Amics de la Unió. Simfònica del Liceu Dirección: Philippe Auguin
Dirección escénica: Andreas Kriegenburg y Claudia Gotta Producción: Deutsche Oper, Berlín
Lugar y fecha: Liceu (21/I/2016) Curiosa coincidencia: se puso en escena por primera vez este Otello de Verdi el día en que Plácido Domingo, uno de los grandes Otelos de nuestros tiempos, cumplía 75 años. La presentación fue problemática y hubo que contar con la actuación no prevista de José Cura, que cantó con solidez, seguridad y presencia escénica, en la medida en que la producción lo consentía.
Y es que los inventos en una ópera tan conocida tendrían que favorecer las representaciones, y añadir, si es posible, elementos que refuercen la narración escénica, y no perturbarla con incidentes gratuitos e innecesarios. Una galería de cubículos (seis pisos, más nichos que otra cosa, que se abrían y cerraban, llenos de gente que no tenía nada que ver con la acción; una multitud de niños que a veces hacían de muralla humana, moviéndose con eficacia, pero complicando la acción.
El equipo vocal lo presidía José Cura, que cantó con bastante eficacia, y no merecía algunas protestas aisladas que le dirigió un pequeño núcleo de no adictos; la mejor actuación, de todas maneras, fue la Desdémona de la soprano albanesa Ermonela Jaho; su peso en escena creció en los dos actos finales y cantó con una voz de timbre afable y de sonoridad muy adecuada a su personaje; consiguió que la canción del sauce no se hiciera pesada (!) e hizo una maravillosa Ave Maria.
Marco Vratogna, italiano, que había cantado un Simon Boccanegra la temporada 2008-09, interpretó un Yago un poco irregular; ni el vestuario ni la producción lo ayudaron a ser el malo integral de la obra. Flojito el Cassio de Alexey Dolgov, y bastante bien a los personajes secundarios, sobre todo la Emilia de Olesya Petrova, mezzosoprano rusa que ha debutado ahora. La orquesta sonó razonablemente bien y se apreció la calidad del director Philippe Auguin.
La ópera no gustó mucho al público, y la función se vio decolorada por un vestuario anodino y por las innecesarias aportaciones de la producción: los responsables, cobardemente, no salieron a saludar para evitar el chubasco de improperios que habrían recibido sin duda.