Decadencia (y recuperación) de la política
FRANCIS Fukuyama es un influyente politólogo estadounidense de origen japonés que en 1992 publicó El fin de la historia y el último hombre, que se convirtió en un best seller planetario, en que defendía la teoría de que la historia de la humanidad como lucha entre ideologías había terminado, dando lugar a un mundo basado en la política y la economía de libre mercado que había acabado por imponerse a las utopías tras concluir la guerra fría. Fukuyama acaba de publicar una nueva obra en dos tomos, Orden y decadencia de la política, en la que analiza los orígenes, la evolución y el declive de las instituciones políticas, que resulta esclarecedor del momento de incertidumbre que viven muchas democracias, entre ellas la nuestra.
El politólogo de la Universidad de Stanford advierte del deterioro de la política en las democracias modernas, pero niega que el modelo sustentado en un régimen en el que exista un equilibrio entre el Estado, la ley y la responsabilidad esté irremediablemente viciado. Las sociedades democráticas pueden caer en la decadencia con el paso del tiempo, pero lo que realmente importa es su capacidad de adaptarse al debilitamiento y, finalmente, recuperarse. “No creo que exista una crisis de gobernabilidad sistémica entre las democracias asentadas”, escribe Fukuyama. Y añade que los sistemas políticos democráticos tardan más en reaccionar ante los problemas acumulados que los autoritarios, pero, cuando lo hacen, suelen ser más resolutivos, ya que la decisión de actuar se basa en un acuerdo más amplio. Eso sí, recuerda que las democracias sobreviven porque la gente está dispuesta a luchar por ellas; pero para perdurar es imprescindible liderazgo, capacidad organizativa y, a menudo, suerte.
Nuestra clase política haría bien en leer a Fukuyama y entender que en esta hora hay que revalorizar la democracia, acercarse a los problemas de la gente y liderar el cambio de ciclo que exigen los ciudadanos.