Francia logra un récord de 16.000 millones con la venta de armas
El presidente Hollande prosigue en India la diplomacia de los aviones Rafale
Hoy hay en Francia huelgas y protestas de funcionarios, enseñantes, controladores aéreos, taxistas y agricultores. La justicia acaba de sancionar el definitivo desalojo de los opositores al nuevo aeropuerto de Nantes, considerado inútil, una larga y emblemática protesta del movimiento ecologista, y en la crónica oficial avanza el desmonte del derecho laboral, principal batalla de los sindicatos. Al mismo tiempo aumenta el rumor de malestar contra los enérgicos y vehementes anuncios del primer ministro, Manuel Valls, en materia de laicidad y de mantener el Estado de urgencia decretado tras los atentados de noviembre indefinidamente: “Hasta que el Estado Islámico sea aniquilado”, ha dicho a la cadena británica BBC.
En medio de todos estos viejos y nuevos malestares, hay una cosa que funciona a la maravilla: la venta de armas. Según los cálculos del Ministerio de Defensa, los pedidos para exportación de la industria militar nacional han ascendido en 2015 a una cifra récord: 16.000 millones de euros, dos veces más que el año anterior. Con esa cifra Francia se habría convertido en el tercer exportador mundial, después de Estados Unidos y ligeramente detrás de Rusia, superando ampliamente a Alemania, tradicional primer exportador de la UE, que en su conjunto, sumando todos sus países, es el primer exportador mundial, por delante incluso de Estados Unidos.
En ese dudoso título que cada vez más influye en la determina- ción de su política exterior y en su protagonismo en avivar incendios, en Libia y Oriente Medio, el cazabombardero polivalente Rafale, producido por un consorcio dominado por Dassault, y en un 90% made in France, desempeña un papel central. Para ser “sostenible” el consorcio GIE-Rafale precisa exportar anualmente 40 aparatos, lo que determina en gran parte vergonzosas declaraciones de amor a países como Qatar y Arabia Saudí. Tras la venta de 48 unidades a Qatar y Egipto, ahora le llega el turno a India, país que Hollande visita estos días.
El acuerdo para vender a India 36 aparatos data de 2012. Entonces se hablaba de 126 aviones. Ahora esos 36 han sido titular en muchas ocasiones. Hollande quería cerrar el asunto estos días, pero no va a ser así: aún no hay acuerdo en el precio ni en las condiciones. Según la sociedad Dassault, el asunto estará ultimado en un mes.
India está interesada en los Rafale por la independencia tecnológica hacia Estados Unidos que estos aviones suponen. Militarmente se trata también de compensar, con creces, el sumi- nistro chino de aviones de guerra a Pakistán, el eterno rival nuclear. Pero hay más.
“India es un cliente difícil”, se dice en París. Los indios aprendieron hace tiempo de los chinos la exigencia de contrapartidas en know-how, transferencia de pe- núltima tecnología y producción parcial en casa, al cerrar estos pedidos millonarios. A ello se suma el caos burocrático indio y la corrupción, con pedidos que deben ser aprobados por diversas instancias burocráticas que frecuentemente mantienen rivalidad entre ellas. Pero este calvario, por el que deben pasar los mercaderes de la muerte al pregonar lo que Hollande presenta como “el mejor avión del mundo”, merece la pena.
Detrás de los Rafale Francia aspira a vender muchas otras cosas, en primer lugar en el ámbito de la energía, nuclear y solar. Si lo de los Rafale es viejo, lo de la gran central nuclear que Areva quería vender en Jaitapur, al sur de Bombay, tiene aún más historia: ocho años de tira y afloja alrededor de este proyecto de seis reactores con una capacidad de 10.000 megawatios.
En el ámbito solar, los objetivos y propósitos anunciados en diciembre por el primer ministro indio, Narendra Modi, en la Conferencia Internacional del Clima de París (COP 21) han abierto todos los apetitos: pasar desde la actual capacidad solar de 4 gigawatios a 100 gigawatios en 2022, y aumentar el peso de las renovables en la producción eléctrica hasta el 40% del total para 2030. Detrás de los Rafale, y acompañando a Hollande en este viaje están, por tanto, los gigantes energéticos franceses Engie (ex GDF Suez) y EDF. Y el miércoles, recién regresado a París, Hollande recibirá al presidente iraní, Hassan Rohani, que liberado de embargos dice querer comprar 114 aparatos a Airbus.
Las cifras del 2015 convierten a Francia en el tercer exportador de armas, después de EE.UU. y Rusia