La Vanguardia

Política y oficio

-

La política no es un oficio, pero el político ha de tener oficio. Tanto en la vieja como en la nueva política. La falta de oficio se puso de manifiesto la semana pasada en la primera ronda de consultas con el Rey. El paradigma de la llamada vieja política, en su acepción más genuina, lo representa Mariano Rajoy. El gobernante es el supervivie­nte, dijo Elias Canetti. Y el presidente en funciones ha llevado al límite esta afirmación. El arquetipo de la nueva política, en su versión de politólogo de plató, lo representa Pablo Iglesias. La demagogia es una degradació­n de la democracia, alertó Aristótele­s. Y el emergente líder de Podemos, experto en golpes de efecto, se acerca a esa línea roja. En medio, atenazado entre el quietismo del primero y los faroles del segundo, se sitúa Pedro Sánchez, que esgrime buenas maneras, pero al que le falta aún oficio.

Necesitamo­s políticos de largo recorrido, que no actúen al dictado del tiempo mediático. ¿Cómo se adquiere ese savoir- faire? La semana pasada glosaba los casos de Tarradella­s y Carrillo en la transición. Tenían en común haber atravesado un largo exilio. El escritor Stefan Zweig se preguntaba al respecto: “¿Ha compuesto alguien el himno del exilio, ese poder creador del destino que en su caída eleva al hombre y, en la dura coerción de la soledad, concreta nuevamente y en otro orden las estremecid­as fuerzas de su espíritu?”.

Esta reflexión encabeza uno de los capítulos de su libro Fouché. Retrato de un hombre político (Acantilado, 2011). Se trata de una de

La ausencia de políticos que hayan afrontado su particular travesía del desierto explica el actual desierto político

las biografías de referencia de Stefan Zweig, en este caso sobre Joseph Fouché, ejemplo –no modelo– de resilienci­a política: sobrevivió a la Revolución Francesa, al Directorio, al Consulado, al Imperio y a la Monarquía. Zweig relata el exilio interior de Fouché, cuando cayó en desgracia y reapareció tres años después como ministro de la Policía: “La isla inhóspita y solitaria a la que es enviado lleva el nombre de pobreza”.

Las travesías del desierto, incluidas la cárcel o el exilio, son el telón de fondo de la trayectori­a de grandes líderes políticos, de Charles de Gaulle a Nelson Mandela. “El genio creador, sobre todo, necesita esta forzada soledad temporal para medir desde la lejanía de la exclusión el horizonte y la altura de su verdadera tarea”, dice Zweig. Esas travesías del desierto no se han dado sólo en la política. Los mensajes más importante­s de la historia, los creadores de las grandes religiones –Moisés, Cristo, Mahoma, Buda– se internaron primero en el silencio del desierto antes de alzar después su voz decisiva.

“Pero también en el mundo inferior, en el más terrenal, en el mundo político, una temporal ausencia da al hombre de Estado una nueva frescura en la mirada, una mejor meditación y cálculo del juego de fuerzas político. Por eso, nada más feliz para una carrera que una temporal interrupci­ón, porque quien sólo conoce el mundo desde arriba, desde las alturas de la torre de marfil y del poder, no conoce más que la sonrisa del sometido y su peligroso servilismo”, concluye Zweig.

Aquí nadie se va; nadie dimite. A lo sumo, da “un paso al lado”. La ausencia de políticos que hayan afrontado su particular travesía del desierto explica el actual desierto político.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain