Movimientos en la izquierda
ADA Colau empezó a adquirir notoriedad a principios de este decenio, como una de las impulsoras de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Sobre esta base, y al frente de BComú –una candidatura en la que confluían partidos y movimientos progresistas, desde Iniciativa y EUiA hasta Podemos–, Colau se hizo en mayo del año pasado con la alcaldía de Barcelona: el retroceso de las formaciones antaño mayoritarias y la fragmentación del voto le permitieron auparse hasta el gobierno municipal, pese a contar sólo con uno de cada cuatro concejales. Ayer, Colau anunció su intención de encabezar una nueva formación política de izquierdas, cuyo objetivo es gobernar la Generalitat de Catalunya y, por tanto, lograr previamente la hegemonía de la izquierda. El procedimiento para alcanzar esa meta es similar al que llevó a BComú hasta la alcaldía. Se trata, como ante las municipales del año pasado, de aglutinar a varias formaciones y de intentar en el futuro la conquista del gobierno autonómico catalán.
¿Va Colau demasiado deprisa? El tiempo lo dirá. Lo único constatable ahora es que vivimos tiempos de cambio, y que eso se refleja en el arco político. El PSUC, que fue referente izquierdista en los tiempos de la transición, no existe. Sus herederos se encuentran en una posición lateral. El PSC ha perdido buena parte de la fuerza que le permitió dirigir Barcelona durante tres decenios. Vivimos también en una sociedad marcada por los efectos de la crisis, con unas jóvenes generaciones sin horizonte, atrapadas por la precariedad.
Estos vientos favorecen a Colau. No creyó oportuno concurrir a las catalanas del 27-S. Pero en las generales del 20-D su fuerza fue la ganadora, con 12 escaños. Ahora parece dispuesta a revisar su actitud del 27-S, consolidar su posición, redefinir el espacio de izquierda y liderarlo. Sus prioridades pasan por reivindicar los derechos sociales y el derecho a decidir. Y su intención no verbalizada pasa por ganar terreno al PSC, ERC y la CUP, haciéndose con la bandera de la izquierda.
A Colau no le falta arrojo, un factor siempre útil para progresar en política. Pero le faltan logros. Los tuvo, y muy positivos, con la PAH. Pero no ha habido tiempo para que fructificaran sus políticas en el Ayuntamiento, donde apunta su deseo de corregir desequilibrios entre barrios, aunque no un plan de futuro que revierta en beneficio de toda la ciudad, saque el mejor partido a su potencial y la haga más competitiva. Vivimos tiempos de cambio, acelerado, y la misma velocidad que exhibe Colau para ganar terreno puede serle exigida para que alcance y presente sus logros.