Crece el temor en Melilla y el sur de España tras el terremoto de ayer
El seísmo de Andalucía ocurrió donde chocan las placas euroasiática y africana
¿Están el sur de España y el norte de África en el preludio de un gran terremoto? Nadie tiene una respuesta pero el temor a esa posibilidad crece en Melilla y Andalucía tras el movimiento sísmico de la madrugada de ayer, unido al del pasado jueves. Un seísmo de magnitud 6,3 en la escala de Richter, acompañado de, al menos, otras catorce réplicas de menor intensidad, que ha causado 26 heridos leves en la ciudad autónoma, además de daños materiales en edificios, cornisas y fachadas. Un adolescente, que falleció de infarto en la ciudad marroquí de Alhucemas, es la única víctima mortal del terremoto. Los heridos son por cortes de cristales, caídas de objetos, lesiones al abandonar precipitadamente los domicilios y crisis de ansiedad.
El presidente del Colegio Oficial de Geólogos, Luis Suárez, considera que “sería excepcional que se produjera un terremoto de mayor magnitud en los próximos días”. Pero nada es descartable puesto que “la placa del mar de Alborán está liberando energía lentamente”. La realidad es que los miedos se dispararon inmediatamente, lo que obligó al presidente de Melilla, Juan José Imbroda, a pedir a través de Twitter tranquilidad “ya que las supues- tas noticias de que se van a producir nuevos terremotos no son ciertas”. Imbroda tuvo que recordar que predecir terremotos es algo que todavía no está al alcance de los sismólogos.
El seísmo, que se produjo a unos 120 kilómetros de Melilla, la ciudad más afectada, se sintió en varias provincias de Andalucía, especialmente en Málaga, pero también en Almería, Granada, Jaén y Sevilla. El epicentro se localizó en el mar de Alborán, entre Alhucemas y Melilla, a unos diez kilómetros de profundidad. El movimiento telúrico, que tuvo lugar a las 5.22 horas, fue seguido de varias réplicas que durante al menos hora y media sembraron el miedo en Melilla y, en menor medida, en Málaga.
“Mi cama empezó a moverse, encendí la luz y se me vino abajo la estantería, así que salí corriendo a la calle”, narraba Cheli, una vecina de Melilla, la ciudad más afectada. Como ella, centenares de melillenses decidieron abandonar sus domicilios y concentrarse en el Pinar de Rastrogordo, en la parte alta de la ciudad autónoma y libre de edificaciones a su alrededor. Otros buscaron ponerse a salvo en parques y jardines, muchos de ellos en pijama y únicamente arropados por alguna manta para combatir el frío de la madrugada. “La casa temblaba como si toda fuera de mantequilla”, narraba otra melillense.
Los movimientos de la tierra en el sur de la Península no son nada extraños ni poco frecuentes, pero la inmensa mayoría no son per- ceptibles. Toda la región, que comprende desde las cordilleras béticas a la rifeña del norte de Marruecos, se encuentra asentada sobre la falla tectónica conocida como Tofiño Bank, donde convergen las placas euroasiática y africana, que se mueven a razón de unos cuatro o cinco milímetros cada año, presionándose mutuamente. Un movimiento apenas perceptible pero capaz de originar grandes terremotos. En 1884 más de mil personas murieron por un seísmo en las provincias de Granada y Málaga. Los últimos temblores en Melilla fueron en 1994 y en 2004.
Sin embargo, la zona de Melilla tiene la ventaja de que se asienta sobre arena, por lo que cuando el temblor llega a la superficie lo hace de una forma mucho menos brusca que si se asentara sobre piedra nueva, como sucede, por ejemplo, en el caso de la falla californiana de San Andrés.
Por la hora en la que se produjo el seísmo la mayoría de quienes lo sintieron aluden a los movimientos de la cama como lo más significativo. “De repente, mi cama ya enfilaba el camino al trabajo a toda velocidad”, comentaba un malagueño en Twitter.
Un joven que sufrió un fallo cardiaco, única víctima mortal del temblor de 6,3 en la escala de Richter