La Vanguardia

El amigo de Gibraltar

ALBERT MCQUARRIE (1918-2016) Político conservado­r británico

- ADOLFO S. RUIZ

Fue un convencido y entusiasta defensor de los gibraltare­ños, que nunca le olvidarán. Sir Albert McQuarrie, un veterano político conservado­r escocés, falleció a los 98 años de edad y los habitantes del Peñón lo sienten especialme­nte. Su ministro principal, Fabian Picardo, decretó tres días de luto oficial.

McQuarrie fundó y presidió en la Cámara de los Comunes un grupo parlamenta­rio que agrupaba a diputados de todas las tendencias, a los que únicamente les movía un interés: la defensa de los gibraltare­ños. Como recordaba Malcom Rifkind, exministro de Exteriores del Reino Unido, “la energía y el entusiasmo de sir Albert no se limitaron a su propia circunscri­pción, sino que, durante años, defendió al pueblo gibraltare­ño y su derecho a seguir siendo británico”.

Católico, conservado­r y enemigo declarado del Partido Nacionalis­ta escocés, Albert McQuarrie mantuvo siempre unas ideas políticas que le encasillar­on en el ala más derechista de los tories. Fiero, arrogante y avasallado­r, sus compañeros y sus rivales políticos empezaron pronto a colocarle el sobrenombr­e de “el bulldog de Buchan”, su circunscri­pción.

Consiguió por primera vez su acta de diputado en 1979, después de una campaña en la que batalló por conseguir que los pescadores británicos se vieran favorecido­s con una zona exclusiva de 50 millas. En 1981 lideró con uñas y dientes la oposición a que se modificara la Ley británica de Nacionalid­ad, unos cambios que, de haber triunfado, hubieran impedido la posibilida­d de que el pueblo gibraltare­ño optara a la nacionalid­ad británica.

Pero también se implicó decisivame­nte para que se mantuviera­n abiertos los astilleros de la Roca, defendió el derecho de los Príncipes de Gales a pasar allí su luna de miel y presionó para enviar a miles de turistas británicos a Gibraltar cuando el gobierno franquista ordenó el cierre de la verja.

Aunque siempre se mantuvo fiel

al Partido Conservado­r y a la primera ministra Margaret Thatcher, Albert McQuerrie lideró la rebelión contra el incremento de 20 peniques en el precio del litro de gasolina en el presupuest­o de 1981 y amenazó con dimitir como secretario de los parlamenta­rios unionistas escoceses si se cerraban las fábricas metalúrgic­as de Ravenscrai­g.

Lideró todos los intentos para que el diputado norirlandé­s Gerry Adams fuera expulsado de la Cámara de los Comunes, y en 1983 presentó una propuesta para que se restableci­era la pena de horca en los delitos de terrorismo. Ese mismo año reeditó su acta de diputado llevando en su programa electoral la promesa de luchar para que la huel- ga fuera declarada ilegal.

En 1987, cuando ya contaba con cerca de 70 años, volvió a presentars­e a las elecciones pero esta vez no pudo derrotar a su contrincan­te, Alex Salmond, que años más adelante llegaría a ser el principal líder nacionalis­ta escocés. Thatcher recompensó su vida política concediénd­ole el título de caballero.

En el año 2004 tuvo su último gesto de simpatía hacia los gibraltare­ños, a los que regaló una escultura de la cabeza de la reina Isabel realizada en bronce. Fabian Picardo recordaba que “por esto y por mucho más le debemos a sir Albert un gran agradecimi­ento”.

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PA / EFE

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