El viento que me acompaña
Yo provengo de una comarca donde la tramontana no tiene parada. La recuerdo de pequeño en Sant Miquel de Campmajor, pueblo metido en las montañas entre el Pla de l’Estany y la Garrotxa. Cuando allí se notaba, era en días de invierno a través de la chimenea, donde llegaba ya sin fuerzas, con un jadeo agónico y cansado.
El destino me llevó a tierras del Empordà, donde la tramontana desde hace cuarenta años es como un familiar. Me acompaña en las soledades de los campos a todas horas, buscando un tema para pintar. A menudo me barre el cielo de toda impureza, o bien en la puesta del sol hace deshilachar delante de mí de manera rápida nubes andrajosas, de colores naranjas, violetas, azules intensos, carmines y rojos como ensangrentados, venidos de la batalla perdida con este viento.
La tramontana es el viento que literariamente ha inspirado a poetas y escritores. Tal como escribió Josep Pla, “cuando sopla la tramontana hace girar las hojas de los olivos y estas toman color de espuma de mar”. Salvador Dalí decía que “en días de tramontana el paisaje del Empordà es tan limpio y transparente, que desde Sant Pere de Rodes, se puede ver cómo las lagartijas toman el sol en el Cap de Creus”.
Un viento que no deja a nadie indiferente. Mirad si no lo que escribió el viajero Francisco de Zamora en 1790: “Después de haber comido bajamos la grande montaña donde está el monasterio para ir a la Selva, aunque el camino es muy malo y hacía una tramontana que paraba los machos, íbamos divertidos viendo los muchísimos olivos y viñas que hay en estas grandísimas cuestas”.
Aunque la tramontana a menudo estropea huertas y sembrados y las fachadas de cerca de mar de l’Escala las cubre de salitre haciendo que sus metales lloren lágrimas de óxido, es ante este vien- to, creativo y destructivo, amado y odiado, que nuestra poetisa del Empordà Montserrat Vayreda escribió un acróstico haciéndonos una visualización de este viento nuestro: La tramuntana vent impetuós Abat els fruits i castiga les flors Tot ho trasbalsa, desfà i estella, Regira els arbres i en trenca els
[brancs Avança folla fins que atropella, Munta salvatges poltres pels
[flancs, Udola amb ràbia, gemecs dispara Neteja els núvols fent gran gatzara, Tresca de l’alba a la foscor, A totes hores se sent segura Només afluixa quant va a clausura A l’alta aresta del Canigó