La Vanguardia

No ha sido el mejor año

- ROGER ALIER

Los seguidores barcelones­es del mundo de la ópera conocemos bien el ritual: el Liceu lleno hasta los topes, con muchos no habituales del género que este día “s’hi deixen caure” y otros que lo viven con intensidad; la presentaci­ón de los ganadores del concurso desde un grado medio (primera parte) hasta los que han obtenido los premios gordos (segunda parte); en medio, el acto de la entrega de premios, los diplomas, las fotografía­s, los aplausos, los cantantes que obtienen un modesto reconocimi­ento y los que acaparan una verdadera cesta de premios (la soprano catalana Sara Blanch, este año, ha batido el récord). Un trabajo esforzado de la orquesta, a la que hay que agradecer el esfuerzo de preparar todo el recital en un solo día: los premios se supieron el viernes por la noche; el domingo por la tarde todos tocaban –excepto alguna trompa- la mar de bien bajo la experta batuta de Oliver Díaz.

No ha sido el año mejor de la historia del concurso, pero quizás ninguno como el del año 1970, en el que ganó la mezzo rusa Elena Obraztsova, recienteme­nte fallecida y emotivamen­te recordada con unas palabras de Teresa Berganza, miembro del jurado, y con la audición por altavoz de la segunda aria de Dalila, de la ópera de Saint-Saëns.

Los cantantes empezaron con el tenor coreano Sungho Kim, que con una voz muy ligera ha cantado dignamente el aria de los nueve dos de pecho de La Fille du régiment de Donizetti; Miriam Albano ha cantado con pulcritud un aria de Sesto de La clemenza di Tito, única muestra mozartiana de la sesión de hoy; después, el bajo ruso Yurii Vlasov ha cantado sin la adecuada solemnidad el aria de Gremin, de Eugen Oneghin de Chaikovski y en cambio se ha mostrado mucho más competente en la del bajo Ferrando, de Il trovatore. El barítono coreano Kihun Yoon ha gustado mucho por su sólido Di Provenza, de La traviata y por haber resuelto muy bien la difícil aria de Ford de Falstaff. Acto seguido, expectació­n para oír a la premiadísi­ma Sara Blanch: todo el mundo esperaba escucharla en la Reina de la Noche que la ha hecho célebre en este concurso, pero nos ha dado la versión sopranil de Una voce poco fa, del Barbiere rossiniano, y después ha pagado el tributo a su pre- mio de zarzuela con una elegante Me llaman la primorosa del otro Barbero de Sevilla, el zarzuelíst­ico de Nieto y Giménez. En las dos piezas ha sido aclamada. En la segunda parte han cantado los premios más altos: la mezzosopra­no rusa (segundo premio, ex aequo con la italiana Zanetti) ha cantado un aria de Mussorgski y se ha distinguid­o más en la última aria de Dalila. Selene Zanetti ha hecho una aburrida Pleurez, mes yeux, de Le Cid de Massenet (obra que creo que es realmente aburrida), y ha mejorado con el aria de Leonora de Il trovatore Tacea la notte placida. Vestida espectacul­armente, la ganadora del primer premio, J'Nai Bridges, nos ha aburrido también un poco en el aria de la Sapho de Gounod, y no ha sido lo bastante brillante como se esperaba en O mio Fernando de La Favorita que el público ha interrumpi­do antes de la cabaletta (¡!; cómo se nota cuándo hay un público poco adicto)!. Pero la fiesta ha sido lo bastante brillante y todo el mundo ha salido contento, esperando que las voces de este año que lo merezcan –quizás no todas- hagan una buena carrera.

La fiesta del concurso ha sido lo bastante brillante y todo el mundo ha salido contento

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