Ya está bien, Cristiano

Una vez se entiende. Es el calentón del momento y más si las cosas sobre el césped no te están saliendo a pedir de boca. Un segundo pecado se puede llegar a perdonar. Es un jugador de sangre caliente y un gran crack al que los defensas tratan de frenar a cualquier precio. Pero cuando ya van tres, cuatro y hasta cinco agresiones en una misma Liga el asunto empieza a ser muy grave, y más teniendo en cuenta que ninguna de las acciones punibles fueron castigadas en el momento por el colegiado ni quedaron reflejadas más tarde en las tablas de la ley del acta. Por lo tanto, como el árbitro no las ha registrado es como si no hubieran ocurrido a nivel sancionador. Y aquí paz y después gloria. Un auténtico despropó- sito porque da la sensación de que mientras nadie ponga coto a las marrullerías del portugués Cristiano va a seguir soltando el codo o el puño. En la Premier League, que tan bien conoce el delantero del Madrid, ya hace tiempo que habría estado varias semanas sin poder jugar. Quizás así el de Madeira se hubiera serenado y hubiera reaccionado para aumentar su rendimiento en los partidos importantes, aquellos en los que su equipo necesita de su poderío para cambiar un decorado adverso.

Cristiano nunca ha tenido en la modestia su principal virtud. Al contrario. Siempre ha presumido de todo lo que ha podido y se ha sentido, con argumentos, muy protagonista de los éxitos de sus equipos. Pero lleva una temporada en la que aparece a cuentagotas, en la que hay partidos en los que apenas se le recuerdan acciones de mérito. Él también debería ir a la nevera. Por agresión.