La Vanguardia

El efecto Zidane

- Santi Nolla

La euforia que había provocado el nuevo juguete blanco se ha parado. Había un punto de desmesura en esa necesidad que tiene el Madrid de Florentino de clonar al Barça. Lo había intentado con Ronaldo para que fuera un Messi y ahora lo intentaba con Zidane para que fuera un Guardiola. Deberá esperar. El Betis, en el primer desplazami­ento fuera del Bernabeu del nuevo técnico, logró un empate, que le restó dos puntos al Real, ahora a cuatro del Barcelona en la Liga, este con un partido menos.

El bautizado como Royal Madrid de Zidane pareció el real del técnico despedido, Rafael Benítez, en el Villamrín en la primera parte. El efecto que el técnico francés había conseguido se diluyó en el primer encuentro fuera de casa. Las contundent­es victorias ante el Deportivo y el Sporting habían desatado una ilusión más deseada que fruto de la realidad. Todo lo que parecía haber crecido se encogió en apenas dos horas de fútbol.

En Madrid, ayer, algunos ya daban por enterrado el efecto Zidane, sin darle tiempo a reaccionar, como no le concediero­n a asentarse. En general, el fútbol es el mundo de la desmesura. Hay sitios en que se desarrolla más o menos. Al Madrid le está costando pasar la era Messi y por eso crea a veces ídolos de barro y los destruye con la misma facilidad que los levanta.

La prensa blanca, tan implacable con cualquier acción del Barça, ha sido incapaz de poner el foco en las repetidas agresiones de Cristiano Ronaldo a diferentes jugadores. Ante el Betis le dio una patada sin balón a Molinero. Es la quinta vez que lo hace y no ha recibido ninguna sanción. Debe ser el efecto Cristiano, ese que permite que un futbolista blanco vaya dando patadas sin que nadie lo detenga. “El

El Madrid ha pasado de ‘Royal’ a real al empatar en Sevilla. El flujo de confeti con Zizou ahora suena a desmesurad­o

árbitro no lo vio”, defienden en Madrid. Pues deberían fijarse más en el jugador portugués que ya le ha atizado además a David Simón (Las Palmas), Krychowiak (Sevilla), Dani Alves (Barça) y Nacho Cases (Sporting).

El Barça pidió hace poco que Competició­n pudiera sancionar por vídeo lo que el árbitro no veía. Ni caso. Aquí parece que lo importante es que Neymar no pueda hacer ni un regate porque es considerad­o una provocació­n y, en cambio, las patadas sin balón a los contrarios de Cristiano no son notorias. ¡No hombre no! Eso no es luchar contra la violencia. Es permitir la ineptitud y abonar la teoría de la protección, la conspiraci­ón y lo que haga falta. Ahora que el efecto Cristiano ya está descontado en el Real sería la hora de que los árbitros, y hasta los jueces de línea, se fijaran en este futbolista que lleva cinco agresiones impunes. Pero en Madrid lo relevante hoy es Zidane. Antes era Zizou. Pronto será solo el entrenador, aunque ni era para tirar confeti antes ni para deprimirse ahora.

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