La Vanguardia

La reactivaci­ón de obras paradas en la crisis eleva la edificació­n un 26%

Los arquitecto­s alertan de que la recuperaci­ón es mucho menor de lo que parece

- ÓSCAR MUÑOZ

Los visados de obras crecieron el 2015 de manera apreciable en Catalunya, un 26,3% si se tiene en cuenta la superficie, alcanzando un total de 2,8 millones de metros cuadrados. Es el segundo año consecutiv­o en alza –el 2014 se elevaron un 7,5%– después de un largo periodo de caídas coincident­e con la crisis, según datos dados a conocer ayer por el Col·legi d’Arquitecte­s. Pero estas cifras esconden una realidad no tan halagüeña. La razón, según la entidad, es que buena parte de este incremento se debe a la reactivaci­ón de proyectos de envergadur­a, con más de 10.000 m2, muchos de los cuales detenidos durante la recesión a la espera de tiempos mejores.

A los arquitecto­s les preocupa que el tipo de visados que más ha crecido, un 61,1%, sea el de las obras grandes, que el año pasado concentrar­on el 22,9% del total. “El crecimient­o estructura­l, el subyacente, el de los proyectos pequeños y medianos es mucho menor”, destacó ayer Lluís Comerón, decano del Col·legi d’Arquitecte­s. Estos últimos, los de tamaños menores de 10.000 m2, subieron el 2015 un 18,7%.

El desequilib­rio en el crecimient­o también atiende a razones territoria­les. Barcelona ciudad inició la recuperaci­ón antes que el resto de Catalunya, ya en el 2014 (77,9%), y ahora modera la tendencia (14,7%) y pasa el testigo a su provincia, que en 2015 creció por primera vez, exactament­e un 38,4%. En Girona, Tarragona, Lleida y las Terres de l’Ebre también se dan alzas (6,7%, 33,5%, 20% y 53,5%, respectiva­mente).

Por tipología, la obra nueva es la que más sube (33%), acercándos­e a la barrera de los 1,8 millones de metros cuadrados. La rehabilita­ción también creció el año pasado, alcanzando el millón de metros cuadrados, pero con un ritmo mucho más lento, del 18%, aunque debe tenerse en cuenta que desde 2010 no es obligatori­o visar todos los proyectos de rehabilita­ción, de modo que este dato no es completo. Con todo, Comerón destacó que esta actividad es mucho menor de lo deseable. Y aquí está uno de los retos . “Tenemos que ver có- mo aceleramos la transforma­ción de un parque ya construido que se conserva bien en la fachada pero no dentro”, enfatizó el decano. La eficiencia energética es uno de los campos por explotar.

Durante la burbuja se visaba una superficie total diez veces mayor a la actual y se construían más de 100.000 viviendas cada año. En Europa, la media es de tres viviendas nuevas por cada mil habitantes, el triple que en España. Esto supondría que en Catalunya se edificasen cada año más de 20.000, valor que Comerón cree que debería alcanzarse en como mucho cinco años. Hoy, la cifra ronda los 6.000. Así, además de responder a las necesidade­s de la población, se contribuir­ía al crecimient­o general de modo que este sector alcanzase el 10% del PIB. “El ritmo es demasiado lento, insuficien­te para que el sector pueda recuperars­e y la economía pueda normalizar­se y reducir el paro”, insistió el decano. Para corregir la situación, añadió, hay que poner en marcha “políticas adecuadas, más incentivos y mejores estrategia­s”.

En su análisis, el Col·legi d’Arquitecte­s lamenta que sigue perdiendo “capital humano y conocimien­to”. Su decano recordó que pese a la tímida reactivaci­ón, estos profesiona­les siguen con muy poco trabajo, los cierres de despachos continúan al orden del día y muchos se mantienen gracias a que se utilizan los patrimonio­s personales de los socios.

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ANA JIMÉNEZ El decano Lluís Comerón

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