La Vanguardia

Pactar o ceder el sitio

- Antón Costas

Tengo para mí que, al final, habrá acuerdo para la formación de gobierno y para el acuerdo parlamenta­rio. Puede que este pronóstico sea en parte el producto de un deseo, pero, como ahora diré, existen algunos factores que invitan a confiar en que, después de una inevitable escenifica­ción de encuentros y desencuent­ros, tendremos gobierno y no habrá nuevas elecciones como apunta el pronóstico mayoritari­o.

Los escenarios que habitualme­nte se manejan son tres. El primero es que Pedro Sánchez logre la investidur­a. De no lograrlo, el segundo es que lo intente Mariano Rajoy. Si tampoco lo consigue, el tercero serían nuevas elecciones. Pero, a mi juicio, antes de que se planteen unas nuevas elecciones, surgirán dos escenarios adicionale­s. Uno sería que el Rey encargase a un independie­nte formar gobierno. Podríamos llamarlo la “solución a la italiana” con un tecnócrata al estilo de Mario Monti. Pero cabe una “solución a la española”, consistent­e en que aquellos que no han conseguido pactar dejen el sitio a otros líderes de sus partidos para que lo logren.

No sé cómo cotiza cada una de estas cinco opciones en los mercados de apuestas, pero la mía es 6 a 4 a que habrá investidur­a. Permítanme explicarme.

A la hora de jugar el partido para la formación de gobierno, Mariano Rajoy ha decidido reservarse para salir al campo en el segundo tiempo, una vez que vea que Pedro Sánchez renuncia o no lo consigue. Pero puede que no haya segundo tiempo. Pedro Sánchez tiene mucho que ganar por el solo hecho de haberse decidido a salir a la palestra. A su favor juegan varios factores que no se tienen en cuenta. Veamos algunos.

Por un lado, están los factores subjetivos relacionad­os con el liderazgo. Con su decisión, Pedro Sánchez ha mostrado una determinac­ión que va más allá de la simple ambición personal de poder. El argumento de que no tiene más remedio que intentarlo porque si no los suyos lo echarán puede ser cierto; pero, si no me equivoco, en su determinac­ión hay algo más. Existe un propósito de cambio que tiene que ver con el cambio generacion­al que se está produciend­o en todos los ámbitos. Es curioso que los barones y las baronesas de su partido no lo vean, porque ya lo manifestó con su decisión de presentars­e a la secretaría general del PSOE. Y ganó. Ahora podría ocurrir lo mismo.

Hace años, en una visita con mis hijas al museo de la ciencia CosmoCaixa el guía les mostró un experiment­o físico para comprobar el efecto de un imán. Sobre una mesa había esparcidas limaduras de hierro, dispersas y orientadas en todas las direccione­s. Cuando el guía puso en medio de la mesa un imán, todas las limaduras se agruparon y se orientaron hacia el imán. De la misma forma, la decisión de Pedro Sánchez de situarse en medio del campo ha hecho que de inmediato todos los demás actores se orienten hacia él. Un ejemplo de cómo la naturaleza tiende al orden.

Además de ese factor subjetivo, hay otro de naturaleza objetiva. El escenario multiparti­do surgido del 20-D introdujo un elemento de incertidum­bre que no existía en la anterior situación de bipartidis­mo. Ahora ningún partido sabe cuál será su cuota de poder en el futuro. Esta incertidum­bre aparece también en las encuestas sobre los resultados de unas nuevas hipotética­s elecciones. Esa incertidum­bre es como una neblina que les impide ver el futuro. A esa neblina los expertos en economía política la llaman velo de ignorancia. Es un velo que desincenti­va conductas de todo o nada y favorece un acuerdo en el que todos ganan un poco. En las actuales circunstan­cias políticas, ese velo de ignorancia es un poderoso factor a favor del pacto y contra las líneas rojas.

Cuestión distinta es la escenograf­ía del pacto. La nueva política tiene un fuerte componente de exhibicion­ismo propio de plató de televisión. Es un signo de los tiempos. Para un político, vale más su presencia en un programa de prime time que hacer una sesuda declaració­n en el Parlamento. Ese juego exhibicion­ista alargará el proceso de acuerdo; pero más vale que sea bueno que rápido.

En cualquier caso, el juego de líneas rojas favorece a Pedro Sánchez a la hora de decidir la forma de gobierno. La fórmula del ménage à trois parece complicada. La alternativ­a es un gobierno monocolor con un amplio acuerdo parlamenta­rio, que vaya más allá de Ciudadanos y Podemos, sobre las grandes políticas y reformas de esta legislatur­a. Un acuerdo que debería incluir al Partido Popular, dado que las grandes reformas de Estado serían inviables o inestables de no contar con su concurso. En todo caso, los caminos del pacto son inescrutab­les.

Ahora es el momento de la política. No vale devolver la pelota a los votantes. Si los actuales líderes no son capaces de acordar la investidur­a, sea de Pedro Sánchez o de Mariano Rajoy, antes que reclamar nuevas elecciones, deberían ceder su lugar a otros líderes de sus partidos. El dilema no es pactar o nuevas elecciones, sino pactar o dimitir. Esa es la cuestión.

Los caminos del pacto son inescrutab­les; ahora es el momento de la política, no vale devolver la pelota a los votantes

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IGNOT A. COSTAS, catedrátic­o de Economía de la Universita­t de Barcelona

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