Donantes por naturaleza
El número de voluntarios ambientales ha crecido en Catalunya un 55% desde el 2007: la crisis activa la participación
Cuando empecé a trabajar de voluntaria, descubrí un mundo que ni me podía imaginar que existiera”, explica Bel Mur, que colabora en la recuperación de caminos forestales y la gestión perdurable de los bosques de los Pirineos. Mur es un ejemplo de esa legión de 5.522 voluntarios censados en Catalunya, pertenecientes a las 220 organizaciones y entidades de carácter ambiental, que dedican buena parte de su tiempo a tareas de conservación natural. Ella participó ayer en la presentación de la campaña “Soy donante ambiental”, promovida por la gran coordinadora de entidades del Tercer Sector Ambiental de Catalunya, con la intención de aumentar la participación del voluntariado.
Junto a Bel, habló Sebastià Bofarull, que ha dedicado muchas horas a reforestar con especies autóctonas la riera de la Boella, en La Canonja (Tarragonès). Y también se escucharon con atención las palabras de Ricard Riol, un voluntario portavoz de la asociación que trabaja para mejorar el transporte público colectivo (PTP). David Alonso, del grupo Xatrac de Lloret, sorprendió al auditorio con datos que muestran que el litoral marino es un gran desconocido.
La necesidad de aumentar el voluntariado es consecuencia de la falta de medios y de la urgencia en equilibrar la pérdida de ingresos que han sufrido las oenegés de ca- rácter ambiental. Las actividades de muchas de ellas (educación ambiental, gestión de espacios, cuidado de flora y fauna…) dependían en gran parte de las subvenciones de las administraciones; pero éstas se han reducido drásticamente, lo que le has obligado a buscar financiación privada. Los presupuestos de las entidades del tercer sector ambiental se redujeron un 23% entre el 2007 y el 2014 (ahora totalizan 18,5 millones), y el número de personas remuneradas en ellas también se recortó un 22% en los últimos cinco años. Su crisis se ha agudizado porque también han perdido las ayudas que antes daban las cajas de ahorros; la propia Administración tiene deudas contraídas con ellas, y todavía están pendientes de que el 0,7% de la asignación tributaria en el IRPF a otros fines sociales revierta no sólo en las entidades ecologistas estatales, sino también en las que actúen en territorios con- cretos. La gran paradoja es que en paralelo a esta dura travesía del desierto las oenegés han aumentado su participación social un 55% en sólo cuatro años (véase el gráfico). “Varias razones explican este fenómeno. Hay gente que no tiene trabajo y dispone de más tiempo libre. Por otra parte, hay más sensibilidad social ante los problemas ambientales (cambio climático, residuos, pobreza energética), y los voluntarios reciben gratificaciones en lo vital y emocional...”, señala Enric Cortiñas, coordinador de la coordinadora de Tercer Sector Ambiental.
Marta Sobirà, secretaria de Medi Ambient de la Generalitat, afirmó que se mantendrá abierta una línea de subvenciones a estas entidades pese a los problemas de financiación del Gobierno catalán. En las ayudas se seguirán valorando los proyectos en que haya una intervención conjunta de varias entidades.