Defensor de causas perdidas
MYRON BELDOCK (1929-2016)
EAbogado estadounidense
l caso de un célebre boxeador le puso en la órbita de los medios estadounidenses, aunque él siempre mantuvo un perfil discreto. De Rubin Carter, que cumplió 19 años de prisión por un asesinato que no cometió, han escrito canciones Bob Dylan ( Hurricane, 1976) y protagonizado películas actores de renombre como Denzel Washinton ( Huracán Carter, 1999). La historia es ampliamente conocida. Sin embargo, a su sombra, creció la figura de Myron Beldock, uno de los abogados defensores que consiguió revocar la condena del púgil tras más de 50 años de vocación por las causas perdidas de los más débiles. Falleció el día 1 de febrero a los 86 años en Manhattan, según informó su esposa.
Especializado en Derecho criminal y derechos civiles, el abogado pasó desapercibido durante gran parte de su carrera, en la que se dedicó casi en exclusiva a defender a clientes pobres y negros, minorías que acostumbran a recibir con más aspereza el azote del sistema judicial en Estados Unidos. “Fui una criatura de mis tiempos: liberal, progresista e idealista”, explicó en una entrevista publicada por The New York Times. “Sí, quería rectificar injusticias y mejorar el sistema. Pero básicamente, cogía cualquier cosa que pasara por delante de mí”. Sencillo y modesto, se fraguó un nombre tras lograr el sobreseimiento de un caso de violación y asesinato múltiple contra George Whitmore jr, un adolescente negro que después se convirtió en el mejor ejemplo de la advertencia Miranda –cuando la policía arresta y lee los derechos a los detenidos, escena arquetípica en las películas de Hollywood–.
El joven fue interrogado de forma coercitiva y los fiscales lograron una falsa confesión sobre unos crímenes que fueron cometidos, justamente, el mismo día en que Martin Luther King proclamó su famoso “I have a dream”. Beldock demostró los hechos y consiguió liberar a su cliente de la cadena perpetua tras tres años de encarcelamiento. Otros casos notables en los que ejerció de defensor fueron los de
Darryl King, Albert Victory, Yusef Salaam y Gidone Busch. “El poder es fácilmente utilizado de forma incorrecta por aquellos que lo tienen”, apuntó en el 2004 sobre su visión sobre la jurisprudencia. “Tienes dos opciones: rendirte o luchar”.
Nacido en Brooklyn en 1929, hijo de un juez, Myron Beldock sirivó en la Armada entre 1951 y 1954 antes de graduarse en derecho por la Universidad de Harvard. Fue ayudante del fiscal federal durante dos años, pero en 1964 se lanzó a la práctica privada y abrió el despacho Beldock, Levine & Hoffman, donde desarrolló su carrera. Su trabajo, evidentemente, fue criticado por el establishment, que argüía que había liberado a criminales por criterios técnicos, erosionando la reputación de los cuerpos de seguridad. “Aún creo que se puede hacer un mundo mejor, pero el planeta no lo gobierna el idealismo, sino el poder y el dinero”, se resignó al hablar de las constantes injusticias provocadas por la legislación vigente.
Tras una década de trabajo para liberar a su cliente más famoso, el Huracán Carter, Beldock organizó un guateque en su apartamento. “Lo que verdaderamente importa es el hecho de que el bien triunfa sobre el mal, aunque sea muy difícil conseguirlo”, proclamó ante sus invitados.