La Vanguardia

“Yo veo llegar el fin del Sistema”

Ricardo Menéndez Salmón gana el Biblioteca Breve con una distopía sobre un statu quo que se resquebraj­a

- XAVI AYÉN Barcelona

La novela que ganó ayer el premio Biblioteca Breve, dotado con 30.000 euros, es, según el jurado, difícil de explicar porque, en palabras de J.M.Caballero Bonald, “su principal atractivo no es la trama sino cómo está contada, lo bien escrita que está”. Se trata de El Sistema de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), que Seix Barral publicará el 1 de marzo.

El autor –que se presentó al fallo, ayer, en el Museu Marítim de Barcelona, con su bebé– les dio la razón: “La novela fía su potencia al elemento expresivo del que dispongo, el lenguaje”.

En El Sistema, el mundo se ha convertido en un archipiéla­go en el que conviven dos fuerzas, los Propios –súbditos de las islas– y los Ajenos, personas residuales. Una entidad misteriosa, el Dado, es el centro de todo. El autor sostiene que los temas son “la libertad del individuo, el lugar que uno ocupa en la realidad y cómo este nos determina, nuestra necesidad de definirnos en relación a los otros, la creación de marcos simbólicos que explican quiénes somos”... Pero también aborda “hacia dónde vamos como especie, pues la última parte se abre a un futuro posthumano, es una reflexión de final de ciclo, sobre el más allá de nuestra era”. Se mostró de acuerdo con Hanif Kureishi en que “el mundo del hombre blanco ha desapareci­do” y añadió: “Asistimos a la extraordin­aria efervescen­cia de lo inmediato, a la banalizaci­ón de todo lo que nos rodea, a la cultura de los simulacros... Veremos cuánto dura esta sociedad del hartazgo, la opulencia y la náusea. Yo veo llegar el fin de la hegemonía, de este sistema y de sus formas de comunicaci­ón y control social”.

El Narrador –así, en mayúscula– habla “desde el yo, el tú y el él. Pero en la última parte aparece un narrador más convencion­al, más cercano al omniscient­e, que introduce al anterior como actor de la peri- pecia”. Reivindicó “la literatura incómoda, que no es para el esparcimie­nto o diversión sino un enorme mecanismo de inquisició­n. La literatura no nos da más que preguntas y, como apunta Coetzee, el novelista es un redactor de expediente­s acerca de la conducta humana. Bataille dijo que la literatura o es esencial o no es nada”.

El Sistema reflexiona “sobre el poder como metáfora, institució­n y mordaza”. La trama sucede en una estación meteorológ­ica, y “luego se traslada a la Academia del Sueño, un panóptico, lugar de

“La literatura no es para divertirno­s, sino un gran mecanismo de inquisició­n; o es esencial o no es nada”

vigilancia para los vigilantes, en cuyo interior anidan rebeldes”.

El arte y su naturaleza está de nuevo presente, como en otras obras suyas: “Trato la escritura como generadora de realidad y también se analiza La lección de anatomía del doctor Tulp de Rembrandt, que desempeñar­á un papel capital”.

Menéndez Salmón escribió esta obra gracias a una ayuda del estado alemán de Baviera, merced a la cual “viví el año más productivo de mi vida. Pero todo lo que eran luces en el ámbito de la creación, se convertían en sombras en el día a día, pues mi alemán solo me alcanzaba para pedir un billete de autobús, y esa incomunica­ción me generaba una sensación de exilio. Cada vez que volvía a escribir a casa, me sentía regresando a un lugar donde por fin podía expresarme en plenitud”.

Asimismo, se declaró orgulloso de ganar un premio que ganaron en su día cuatro de sus cinco autores de referencia, “con los que me he formado”, Juan García Hortelano, Juan Marsé, Juan Benet y J.M.Caballero Bonald (el quinto es Miguel Espinosa).

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KIM MANRESA Ricardo Menéndez Salmón, fotografia­do ayer en el Museu Marítim de Barcelona

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