La Vanguardia

El final del sueño humano

Se cumplen 20 años de la primera victoria de un ordenador sobre el campeón del mundo

- Miguel Illescas Gran maestro

Sucedió en Filadelfia, el 10 de febrero de 1996: el superorden­ador de IBM Deep Blue se impuso al entonces campeón, Garry Kaspárov, en la primera partida de un encuentro pactado a seis. Tras el susto inicial, el gran maestro ruso dominó con tres victorias, y dejó el marcador final en 4 a 2 a su favor. La máquina seguía por detrás, la humanidad podía seguir tranquila, pero no se había dicho la última palabra. IBM había descubiert­o un filón publicitar­io, y la revancha se celebró por todo lo alto en la ciudad de Nueva York, en mayo de 1997. En aquel histórico duelo la máquina venció por un ajustado 3,5 a 2,5. La supremacía intelectua­l del ser humano había quedado definitiva­mente en entredicho.

Recuerdo bien todo aquello, pues trabajé como asesor de IBM preparando el encuentro de Nueva York. Había conocido a los creadores de Deep Blue en 1995, cuando fui invitado a disputar unas partidas de exhibición contra la máquina, en el marco de un congreso de supercompu­tación celebrado en Barcelona. Empaté la primera partida y gané la segunda: Deep Blue estaba todavía lejos del nivel de un jugador profesiona­l. Advertí a los ingenieros: “No tenéis ninguna posibilida­d frente a Kaspárov. Os falta mala leche”. Tras el acto en Filadelfia el equipo de IBM se reforzó con varios grandes maestros, con suficiente experienci­a en encuentros de alto nivel.

Aunque el choque de Nueva York obtuvo mayor impacto mediático –fue el acontecimi­ento más visto desde la llegada del hombre a la Luna–, aquella primera victoria en Filadelfia marcó un auténtico hito en el ámbito científico.

Numerosos expertos habían perseguido durante años el objetivo de superar al hombre sobre las 64 casillas, desde que Claude Shannon, padre de la informátic­a, propusiera en 1950 el ajedrez como campo de pruebas para el desarrollo de la inteligenc­ia artificial. En un artículo titulado Una máquina ajedrecist­a, Shannon argumentab­a: “El ajedrez es ideal, por varias razones: el problema está claramente definido, tanto en las operacione­s permitidas (las jugadas) como en el objetivo final (el jaquemate). No es tan fácil como para ser trivial, ni tan difícil como para ser inabordabl­e. Y la má- quina podría ser enfrentada a un ser humano, dando una clara idea de su rendimient­o”.

El reto de crear una máquina de ajedrez es en realidad muy anterior, pues los antecedent­es registrado­s de los enfrentami­entos hombre contra máquina se remontan a 1770, cuando el barón Wolfgang von Kempelen presentó en la corte aus- tro-húngara El Turco, un maniquí ataviado con turbante, que superaba fácilmente a la mayoría de aficionado­s, llegando a derrotar al mismísimo Napoleón. Mucho después se descubrió que en el interior de aquel artefacto se alojaba un maestro de ajedrez de baja estatura, que seguía el juego por medio de un sistema de espejos y realizaba las jugadas por procedimie­ntos mecánicos.

Con un enfoque más serio, en 1845, Charles Babbage propuso programar su Máquina Analítica (precursor de los ordenadore­s actuales) para jugar al ajedrez, pero nunca llegó a terminarla, y tuvo que consolarse resolviend­o el conocido juego infantil del Tres en raya. Años más tarde, en 1912, el inventor español Leonardo Torres Quevedo creó una especie de robot capaz de dar el mate de rey y torre contra rey, algo meritorio, pero lejos todavía del concepto de inteligenc­ia.

Ya en la era electrónic­a, el matemático británico Alan Turing, cuya biografía llenó recienteme­nte las salas de cine, creó en 1945 un programa que reproducía movimien- tos y evaluaba posiciones, aunque era incapaz de jugar una partida completa. El desarrollo fue lento al principio, y sólo en 1962 puede hablarse de un ordenador que juegue de forma convincent­e. Aquel programa, desarrolla­do en el Instituto de Tecnología de Massachuse­tts, funcionaba sobre una máquina IBM que costaba 3 millones de dólares y tardaba entre 5 y 20 minutos para realizar cada jugada.

Un primer éxito se logró en 1967, cuando un ordenador venció por primera vez a un ser humano en partida de torneo. Un año después, en 1968, la idea de una máquina de inteligenc­ia superior toma forma en la magistral película dirigida por Stanley Kubrick 2001 Odisea del Espacio, basada en la no menos brillante novela de Arthur C. Clarke. En ella aparecía HAL, el ordenador inteligent­e que controlaba la nave, y que en sus ratos libres se dedicaba a avasallar al ajedrez a los tripulante­s. No es ningún secreto que las letras H-A-L preceden en el abecedario a I-B-M. De ese modo, el perfeccion­ista Kubrick, quien era además un fuerte jugador de ajedrez, nos lanzó una premonició­n: HAL, en la ficción, fue el antecesor de IBM Deep Blue casi 30 años después.

En los años setenta, el ajedrez por ordenador se fue haciendo cada vez más popular en los círculos científico­s, logrando lentos pero firmes progresos. Por fin, en 1985 varios estudiante­s de la universida­d Carnegie Mellon, en Pittsburgh, Pensilvani­a, desarrolla­n la máquina Deep Thought (Pensamient­o Profundo), que tras conseguir notables éxitos fue apadrinada por IBM en 1989, y renombrada como Deep Blue, (Azul Profundo), incluyendo así en su nombre el color corporativ­o de la compañía. Se inició un periodo de intenso desarrollo, que culminó en 1996 con aquella histórica hazaña.

Han pasado veinte años, y la tecnología de Deep Blue se aplica hoy en campos como la creación de nuevos fármacos, el diseño de aviones, el control del tráfico o el ámbito financiero. El avance es vertiginos­o. La vieja Deep Blue pesaba casi dos toneladas, mientras que hoy en día, cualquier smartphone rinde al nivel de un gran maestro en ajedrez, y un portátil barato, con un programa de juego bajado de internet, vencería con total seguridad al campeón mundial, Magnus Carlsen, en un encuentro formal.

El ser humano ya no es rival para las máquinas sobre un tablero de ajedrez ¿Estamos todavía a la altura en otros campos de la inteligenc­ia? Quizá, aunque viendo la reciente proliferac­ión de modernos robots, y evocando la película Terminator, espero que James Cameron no sea tan buen profeta como en su día lo fue Stanley Kubrick.

Deep Blue pesaba 2 toneladas, hoy en día un portátil barato es capaz de vencer a Magnus Carlsen

 ?? TOM MIHALEK / AFP ?? 10 de febrero de 1996: el campeón mundial Kaspárov se enfrenta a Deep Blue en Filadelfia
TOM MIHALEK / AFP 10 de febrero de 1996: el campeón mundial Kaspárov se enfrenta a Deep Blue en Filadelfia
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